miércoles, 29 de agosto de 2012

La gran estafa.

Caminaba despacio, con la cabeza sabe Dios donde y con los ojos mirando al suelo intentando sortear los enormes charcos que había dejado la tormenta, sin saber adonde iba y sin importarle demasiado no saberlo. 

La calle volvía a estar llena de gente. Las luces de neón se reflejaban en el agua y multiplicaban por ciento su sensación de desamparo en el interior de aquel bosque hortera, frío y triste. Los enormes escaparates, brillantes y seductores, reclamaban a los viandantes y lograban atraparlos, cautivarlos y, a veces, esquilmarlos. Algunos comercios permanecían abiertos. Lo estarían durante toda la noche. El seguía caminando sin saber que lo estaba haciendo, ajeno a las luces y a los ruidos, a los gritos y a las risas, a los claxon de los coches, a las sirenas de las ambulancias y a las personas que se cruzaban con él.

De repente se sintió cansado. Probablemente llevaba varias horas deambulando por la ciudad. Y despertó. Ya sabía donde estaba. Era bastante tarde. Las cafeterías ya habían cerrado y tenía hambre (no había probado bocado desde el desayuno) Doblando la próxima esquina, poco antes de llegar a Callao, recordaba una taberna regentada por un chino. Seguro que estaba abierta.

No había mucha gente. Un par de parroquianos en la barra, cada uno en una esquina, bebiendo ensimismados un líquido incoloro al que parecían deberle la vida, dos mesas ocupadas por cuatro comensales cada una (posiblemente parejas) y un chino sonriente y muy atento al que no se le escapaba el aleteo de una mosca.   Eligió una mesa en un rincón del local y cogió una cuartilla plastificada con el listado de "delicias" que ofrecía la taberna. No iba a arriesgarse. Pediría un sandwich mixto y un café con leche. No creía que un chino pudiera preparar una tosta de ibéricos, unos chorizos riojanos o una tortilla con cebolla. 

_- ¿El señol desea comel alguna cosa? Tenemos unos "callos madlileños liquísimos". Pa chupalse los dedos.

_- Bueno, seguro que son muy buenos, pero es muy tarde y mi estómago se quejaría.

_- Quejalía, estómago quejalía, ¡qué glacioso! Pelo callos, buenos, muy licos. También tenemos "manitas de celdo", sablosas, pa mojal  con pan.

_- Si, pero por favor, a mi me va a traer un pepito de ternera y un vasito de rioja. Que sea de crianza, si es posible.

_- Clalo sel posible, ¡malchando un pepito!

"Por fin, mira que son pesados estos chinos. A saber que callos preparan."

..."No me lo puedo creer"...

_- Señol, aquí tiene su pepito, su rioja y estos callos sablosísimos que le envía la cocínela. Que aploveche.

_-  Gracias. Los probaré. "Dios mío, ¡Están riquísimos! La cocinera es de matrícula. La habrá fichado en Lavapiés."

_- Por favor, felicite a la cocinera de mi parte. Nunca había comido unos callos tan ricos. ¿Dónde la ha fichado?

_- En Hong Kong. Es mi señola. Y ya velá cuando pluebe "Las manitas de celdo". 

Los inquilinos de la barra dejaron la taberna casi al mismo tiempo. Iban un poco "perjudicados". Con andar torpe e inseguro entraron en la calle de la Ballesta. Seguramente buscarían otros placeres más primitivos para los que el alcohol les había preparado sobradamente.

Él seguía en el local. Se encontraba a gusto. Xiaoyan, la cocinera, seguía preparándole pequeñas delicias de la gastronomía madrileña y Hao, el pesado de Hao, ponderaba una y otra vez las excelencias del plato que le enviaba su mujer y procuraba que no le faltase el rioja. 

Aunque eran más de las tres de la mañana, en la taberna seguía entrando gente. Ingleses, Nipones, Americanos del Norte, Italianos, Franceses, Españoles...Todos buscando un buen vino y una buena tapa. Y se sentían felices. Disfrutaban de placeres primitivos y sencillos mientras echaban unas risas o intentaban tocar unas palmas flamencas. Por unos instantes, aquellas personas habían conocido el verdadero sentido de la vida, aunque tal vez nunca fueron conscientes de ello. Él, desde su rincón observaba y aprendía. Una cosa había entendido esta noche; o los Alemanes de la Merkel se ponen las pilas de una vez, o toda su estrategia de marketing para quedarse con Europa a precio de saldo se les va al carajo. Los chinos son muchos, trabajaban "como chinos"y caen mejor. Sería la tercera vez en cien años que los Imperialistas Teutones caen derrotados. Las dos primeras  quisieron quedarse con todo utilizando la fuerza y el terror. Ahora pretenden lo mismo con métodos más sofisticados pero igual de crueles. Arruinan a los países y después los compran y los someten. No me gustan. No me fío. Lo que parece cantado es que los que si nos vamos al carajo somos nosotros. Pero eso, ¿a quién le importa? 

Ya se han apagado las farolas. Los trabajadores del servicio de limpieza vacían papeleras y adecentan aceras y plazas. Pronto abrirá sus puertas el metro y desde algunas cabeceras comienzan a salir autobuses de la EMT. La ciudad se despierta y las primeras luces del alba dan la bienvenida al nuevo día. Se despide de los amables chinos y abandona la taberna con la promesa de volver muy pronto.

Hay poca gente en la calle. Le resulta extraño contemplar La Gran Vía casi desierta, pero en aquellos momentos lo agradece como una bendición. No sabe como llegó hasta allí. Sólo recuerda que se sintió perdido, como si de repente un abismo se abriera bajo sus pies. Y huyó. Primero escaleras abajo y luego en un viaje que le conducía a ninguna parte. Sin estaciones ni memoria. Hasta que encontró a Hao. Comenzaba a ser consciente de su cansancio. Un cansancio enorme y pesado. Un cansancio que no parecía producido solamente por la falta de sueño, de azúcares o sales minerales. Era un cansancio que venía de lejos y de más hondo. Antes de llegar a la Plaza de España, se sentó en un banco frente al Hotel Menfis. Hacía algo de fresco. Le venía bien. Las pocas personas que pasaban junto a él caminaban deprisa. No querrían llegar tarde al trabajo. En los tiempos que corren eso sería peligroso.

De pronto se dio cuenta que iba vestido con traje azul marino, camisa blanca, corbata de seda azul celeste y zapatos italianos negros y muy brillantes. Y empezó a recordar..._Gritos, insultos, un portazo. ...Después, una loca escapada  de dieciséis tramos de escalera y una larga travesía hacia donde fuese._

Era muy tarde. Una noche más, su joven esposa esperaría en vano. Una apresurada llamada de última hora anularía la reservas en Lardy y el concierto en el Café Central.  El ordenador no dejaba de enviar auténticas bombas de destrucción masiva. La bolsa de Nueva York anunciaba el desplome total y definitivo de uno de los activos inmobiliarios más"solventes" del sistema. Cientos de pequeños y medianos ahorradores que habían confiado en su empresa y en él,- master de última generación y brillante asesor personal - habían quedado atrapados en la inmensa estafa planetaria y en el engaño soez y bandolero de su banco de toda la vida. ¡No podía ser! ¿Que explicaciones iban a dar? ¿Cómo podrían enfrentarse a la desesperación y la rabia de tanta gente inocente? Entró en el despacho del gran jefe. Temblando, demudado. 

_- ¿Pero qué le pasa? ¿A qué viene esa cara?

_-  ¿No se ha enterado?... La bolsa de nueva York...Lim...

_-  Pues claro que me he enterado. Lo importante ahora es mantener la calma y tratar de salvar la imagen del banco. Tenemos que echar toda la porquería lejos. Esto no tendrá que ver con nosotros.

_-  Si, ... pero... es que hay muchos clientes que han quedado en la ruina.

_-  Y a usted que le importa eso. Son gajes del oficio. Usted preocúpese del banco que es quién le paga, y muy bien por cierto. Y póngase las pilas, que este mes está por debajo de sus objetivos.

_-  Pero ... Es que nos van a pedir explicaciones. Siempre les hemos dicho que su dinero estaba seguro en nuestro banco, que ...

_-  ¿Pero usted quién se cree que es, Teresa de Calcuta? Le hemos contratado para que haga ganar dinero a la empresa que le financia su chalet en Pozuelo y su Lexus todoterreno y sus trajes Italianos y las joyas de su mujer. Así que, invéntese excusas, deles largas, asegúreles que en unos años recuperarán su dinero. Échele imaginación.

_-  Esto es un asco. Somos basura. Y usted ... el jefe de los basureros. A la mierda todos. No aguanto más._- Y se marchó dando un portazo.

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Lo que ocurrió los días que siguieron será el tema de un nuevo relato.