miércoles, 24 de diciembre de 2014

Digresiones. La eternidad.

No hagan caso a estas digresiones. No tienen el más mínimo valor. Es sólo un placentero paseo por los laberintos de mi mente, la búsqueda ilusionada del sentido de la vida.

Digresiones.

La eternidad es un instante, un fogonazo, un suspiro, "este instante".
La eternidad es "este instante" que se hace infinito.
Sólo esta brizna del tiempo importa.
El antes no existe.
El después tampoco.
Ya no existe la culpa castradora.
Ni la ridícula vanidad evanescente.
Sólo el ahora importa. Y yo puedo ser su dueño.
Y cuando sea el dueño de mi vida, de toda la vida contenida en "este instante", ganaré la libertad.
Y quién sabe - aún no lo sé - puede que entonces esté más cerca de alcanzar la felicidad.
Ser niño, ser joven, ser viejo, ¿qué importancia tiene eso? Vivo, y vivo este instante eterno, el único que existe, como absoluto protagonista. Niño, joven o viejo, soy quién da sentido a mi tiempo, quién da sentido a "este instante"eterno.