sábado, 30 de agosto de 2014

Tetuán. El amor y la pena.




Said no dejaba de mirar el gran reloj de pared de la tienda del abuelo. Las agujas marcaban las siete menos cuarto de la tarde. Parecía nervioso. Pronto sería la hora. Es el callejón de las especias en la Medina de Tetuán.

Como cada día, un continuo ir y venir de gentes, carros, burros y bicicletas, perpetúan un decorado eterno, perfecto para disfrutar del inevitable regateo que emociona y enloquece a los turistas y divierte y dignifica al orgulloso vendedor del zoco. Justo en la puerta, invitando al goce y el placer de los sentidos, doce grandes sacas, con sus enormes bocas abiertas, beige, rojas, amarillas y verdes, rebosan pimienta, cúrcuma , comino, pimentón y semillas de anís. Sobre el pequeño mostrador de madera, una vieja balanza berkel de precisión alemana, sin sorpresas ocultas.

Algunos hombres se dirigen a la Mezquita. Pronto, desde lo alto del minarete, el muecín llamará a la oración. El muchacho acaba de extender su alfombra sobre el cuidado piso de tierra batida. Parece que tiene prisa, pero por nada del mundo dejaría de cumplir con el rezo. Justo al lado, una jofaina de loza blanca contiene el agua para las abluciones. Abdel Alim, su abuelo, atiende a una pareja de turistas americanos que compran especias subyugados por su belleza . No saben muy bien que harán con ellas, pero en estos momentos, eso les importa poco. Imposible no caer rendidos ante tanta hermosura.

Del bullicio que ensordece, al suave susurro de millares de plegarias recitadas quedamente....

. "Allahu Akbaru" ( Allah es el más grande ), recita el muecín.
. "Allahu Akbar", repite el creyente.
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. "Ashhadu an la ilaha illa Llah" ( declaro que no hay más Dios que Allah )
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. "Ashhadu Anna Muhammadan Rasulu Allahu" ( Declaro que Muhammad es el enviado de Allah )
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. "Allahu Akbar" ( Allah es el más grande )

. "La ilaha illa Llah" ( no hay más Dios que Allah )

... y los turistas guardan respetuoso silencio.

Calla el muecín y regresa el bullicio, el regateo y el ruido. Toda la alegría y la vida de la Medina.

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María prepara con mimo una bandeja con milhojas de nata y otros tipos de hojaldre. Es sábado y la pastelería está hasta arriba. Se la ve contenta. Al principio le costó manejar los tocinitos de cielo que escapaban entre sus dedos como pastillas de jabón, pero superada la prueba, se sentía feliz con su nuevo trabajo. Apenas tenía dieciséis años, pero ya tenía tras sí un currículum laboral que muchos adultos no alcanzarían nunca. Con apenas doce años trabajó como auxiliar de farmacia durante unas vacaciones escolares. Luego, ya a tiempo completo, la contrataron en una empresa de importación y exportación propiedad de unos judíos . La ciudad era pequeña y no resultaba fácil que a un astuto empresario catalán se le escapara un mirlo blanco como aquel. Poco tiempo después, María era feliz entre las estanterías de la librería Escolar. Puede que fuera su trabajo soñado. Amaba los libros.
Pero la ciudad era pequeña para todos, y otros negocios se fijaron también en las cualidades de aquella niña que parecía nacida para el comercio. Y el astuto, pero rácano empresario catalán, se quedó sin María y cuando quiso reaccionar ya fue demasiado tarde. Los dueños de la pastelería "El Buen Gusto", además de duplicarle el sueldo, confiaron en ella y la trataron como a una hija.

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Said se quitó la chilaba, arregló su cabello ante el espejo, perfumó su cara y su cuello y se despidió del abuelo con un beso. Este le miró con ternura, puso en sus manos unos dírhams que el joven intentó rechazar, y le bendijo. En pocos segundos dejó atrás la Medina, atravesó la calle de la Luneta y llegó hasta la Plaza del Primo. Se acercó al cafetín, eligió una de las mesas que aún permanecían libres en la terraza, pidió un te verde y se dispuso a esperar. Estaba justo, frente a la hermosa casa de la que ayer la vio salir.

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Aún tenía el pelo mojado. Jose ( Purri ) terminó el entrenamiento muy tarde y no quería que se marchase antes de que él llegara. Quería invitarla al partido de fútbol del domingo. Con suerte, ese día no estaría el hermano pequeño, su implacable guardaespaldas, y podrían cogerse de la mano.

Sus prisas merecieron la pena. Se acercó a la gran cristalera, y miró. Aún estaba allí. Como cada día. Seria y educada. Atenta a todo y a todos. A pesar de su juventud, parecía controlar por completo aquel negocio. Movía su cuerpo delgado con increible gracia. Vestía tejidos muy sencillos, pero con el gusto de las estrellas de cine. Sin duda, alguien copiaría para ella los modelos de las revistas que llegaban de Francia. Tal vez su madre. Casi nunca sonreía. Sus increíbles ojos verdes parecían cobijar infinitos secretos y todos los misterios. Demasiado para un futbolista, por irresistible que él se creyese. Pero ella era muy joven, y el amor, en esos años, no acaba de llevarse bien con la razón.

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"¿En qué piso vivirá?¿Cuál será su ventana? ¿Cómo se verá desde allí el minarete de la mezquita? Seguro que es muy grande y sus habitaciones preciosas." Mientras espera impaciente el regreso a casa de María, Said recrea con fascinación y éxtasis el universo de su amor secreto.

Durante muchos años la vio caminar por los callejones de la Medina sin que aparentara inquietud alguna. A veces llevaba de la mano a un niño pequeño ( probablemente su hermano ) y le compraba aceitunas y altramuces. Otras, caminaba ensimismada y feliz ojeando un libro y ajena a todo lo que pasaba a su alrededor. Era la chica más guapa que jamás había visto. Le gustaba su forma de caminar, las trenzas de su pelo, sus originales vestidos y sus ojos verde miel,... sobre todo, sus misteriosos ojos verdes. Desde la tienda del abuelo la veía pasar cada día. Y su corazón brincaba, y sus piernas temblaban,... Más, nunca sintió su mirada en la suya. Posiblemente, jamás le miró. No importaba, le bastaban sus sueños,...sus sueños y su figura.
Un mal día dejó de verla. Pasaron las semanas. Buscó, pregunto, indagó. Nadie sabía nada. Y pensó que, como otras muchas familias, se habría vuelto a España.

Pero no, estaba en Tetuán. Era ella. La vio ayer. En aquella casa de enfrente. Y ahora estaba esperándola. Nervioso. Con ropa limpia y perfumado. Y volvería a mirarla. No necesitaba más.

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Era muy tarde. Había salido casi al alba y ya eran más de las diez de la noche. Vestía un precioso vestido blanco que le había confeccionado su madre. Un cinturón ancho, brillante y azul, apretaba su cintura de avispa. En sus pies, unas sencillas bailarinas (su calzado favorito) también azules. Su pelo negro azabache había dejado atrás las infantiles coletas, y se presentaba ahora con una pequeña melena recortada a la altura del cuello y un flequillo que cubría su frente (Cleopatra, le decían) Sin sombra de maquillaje. Sólo un poco de brillo en los labios y algo de colorete en las mejillas.

Odiaba aquel instante. Entró al edificio y bajó al sótano. Allí estaba su casa. La casa de los porteros. La casa de sus padres y de su hermano. Oscura, ínfima, sin apenas privacidad. Nunca se atrevió a llevar allí a sus amigas. Pero sobre todas las cosas, odiaba ver a su madre, su amada y dulce madre, una mujer culta y de mundo, al servicio de una gente que les miraban (tontos ignorantes) con insultante conmiseración. Afortunadamente, ya faltaban pocas horas para volver al trabajo.

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En la planta tercera, del edificio blanco que estaba en la plaza del Primo, unas luces se encendieron tras los cortinajes del balcón principal. Said sonrió y envió dulces besos a su amada. Y se perdió en la Medina.














viernes, 22 de agosto de 2014

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN.Conquista democrática y desafío ético.



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. En el momento que ustedes se encuentren viajando por estos primeros párrafos, estarán leyendo las últimas líneas que escribí para este artículo (aunque figuren al principio). No está pensado para que fuera así. Cuando decidí "dar una vuelta" por los hechos que descubrirán más tarde, no sabía a que lugares me podría conducir mi mente. Conocido esto, he creído necesario explicarme. He intentado ser honesto y presentar las conclusiones de mi debate interno con la mayor sinceridad posible, pero entiendo que, con la que está cayendo, con el enorme deterioro institucional que padecemos, con la desgraciada ola de corrupción y desvergüenza que asolada la vida pública, la reflexión sobre determinados comportamientos ciudadanos puede que no sea, en este instante, "lo más políticamente correcto". Pero tenía necesidad de comunicar lo que yo siento, sin censuras y sin miedos. Eso sí, dejando claro, que lo que aquí está escrito es sólo la opinión de un ciudadano libre.

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No acabo de encontrarme cómodo. No se sí por la complejidad y lo delicado del tema, por las sensibilidades que despierta, o por mis evidentes limitaciones en sabiduría ,... y en sentido común.

Tal vez cuando les diga cual es la causa de mi inquietud, algunos de ustedes pensarán - y posiblemente con razón - "que estoy un poco pallá", que no hay motivos para el recelo y que todo, en un sentido, o justamente en el contrario, debiera estar perfectamente claro. Espero no obstante, que algunos de los que lean esto, además del blanco y del negro, sean capaces de contemplar la gama de los grises. Personalmente me sentiría más confortado.

Pero bueno, llevo escritas un montón de palabras y aún no he sido capaz de explicarles qué me ha traído hasta aquí. Parece evidente que el asunto me incomoda. Pero de eso ustedes no tienen la culpa. Así qué, intentaré ir al grano.

Está de por medio un pilar fundamental de nuestra convivencia y del estado de derecho: LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN. Y rodeándola, utilizándola, sirviéndose de ella, un millón de intereses, algunos confesables, y otros, desgraciadamente, miserables.

LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DE PENSAMIENTO, es la fuerza que separa a una sociedad libre de una dictadura. Pocas cosas son más sagradas en cualquier constitución democrática que la defensa y salvaguarda de este derecho.

Pero mi inquietud, cuando escribo estás líneas, no tiene que ver con los grandes principios. Estos, afortunadamente, están claros: LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN es sagrada. Por ella, por lo que representa, muchos hombres y mujeres han dado su vida y continuarán dándola.

Mi preocupación, mi malestar, mis dudas, tienen un origen más prosaico, más de calle, más de vida diaria. Y no se cómo lo afrontarán ustedes, pero a mi me producen desazón y desconcierto. Y también algo de rabia. ¿Quién sabe?, tal vez sea porque me muevo mal entre las dudas y la inseguridad. Una vez más, un problema estrictamente personal.

De todas formas, permítanme abusar de su curiosidad.

¿Se han asomado alguna vez a los foros de cualquier publicación digital? ¿Han intentado transitar por entre los comentarios al pie de los artículos de opinión, especialmente de los de opinión política? ¿Han encontrado alguna vez un espacio de libertad con tanta mala leche acumulada, con tanto desafuero exonerado, con tanto insulto gratuito, con tanta presunción de superioridad intelectual y moral, con tanta impunidad contra el honor, con tan poco espíritu constructivo? ¿No han llegado a pensar que ese estado de enojo e irritación permanente generado por "gente que oculta su rostro", acabará destruyendo toda posibilidad de convivencia?

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Antes de seguir dando rienda suelta a este primitivo desahogo, he de proclamar muy claro y muy alto, que considero una maravillosa noticia el enorme avance democrático que han supuesto las redes sociales y la apertura de los periódicos digitales a todas las voces y a todas las opiniones. Se acabó el poder cuasi omnímodo de los editorialistas, el inalcanzable púlpito de columnistas que se creían reyes y la dictadura de los oligopolios de la comunicación. Se rompió, al fin, la urna de cristal que separa y protege impunemente a quienes nos gobiernan, y celebramos que un maravilloso tsunami de información descontrolada y sorpresiva, haya descubierto de forma inopinada todas las vergüenzas del poder.

Las reglas del juego han cambiado. Con mayor o menor dificultad, podemos responderles a todos. Sus opiniones, sus tesis, sus proclamas ya pueden ser analizadas, cuestionadas, aceptadas o rebatidas. Los eternamente sin voz, de repente, podemos disentir, denunciar, argumentar, exigir, gritar. Y nuestros argumentos, nuestras protestas y nuestros gritos, podrán cambiar las cosas.

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Conquistado y celebrado este derecho, a mi me gustaría decir que hay cosas en la utilización del mismo, que no me gustan. Y aunque estoy convencido de que muchos opinarán de forma distinta - y harán bien - siento la necesidad de compartir mi pensamiento por sí pudiera servir para el debate, o por si permitiese ayudar a personas a las que les gustaría decir lo que yo digo, pero que se sienten temerosas a la hora de expresar sus ideas por miedo al linchamiento público.

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Volviendo a los foros digitales, a los comentarios a pie de artículo; no, no me gustan muchas cosas de las que leo, no me gustan las críticas sin argumentos, los insultos gratuítos al que piensa distinto, las consignas preparadas y programadas, la incapacidad para escuchar(leer) antes de responder, la utilización de rumurología malediciente y sin contrastar, la facilidad para situarnos moralmente por encima del otro, nuestra incapacidad para ofrecer al adversario una vía de escape, de explicación o de disculpa. Pero sobre todo - y aquí está el quid de la cuestión - NO ME GUSTAN LOS ANÓNIMOS, LOS ALIAS, LOS SEUDÓNIMOS. No me parece bien que alguien se ampare en las sombras para debatir o atacar a alguien que ha dado la cara con sus acciones, con sus palabras o con sus escritos. Aunque estos pudieran ser discutibles, e incluso reprobables.

A pesar de todo esto y aún contando con las zozobras que me transmiten mi educación y mis tripas, LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN es un pilar tan fundamental en nuestro sistema de libertades, que toda prudencia por salvaguardarla en plenitud, es poca. De ahí, mi inquietud y mi cuidado.

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. Entendí a aquel señor o señora, que un día me dijo que utilizaba seudónimo porque ya le habían partido la cara una vez y no quería que volvieran a hacerlo. Le entendí porque, aunque su crítica fue dura, muy dura, sus formas fueron educadas y respetuosas. Seguí sin estar de acuerdo, pero en su caso no era fácil saber donde estaba la razón. Tal vez no puedas exigir a todo el mundo un grado heroico de comportamiento cuando has de enfrentarte, desarmado, a la impunidad de los que tienen el poder,...y tu futuro

. También me puse en el lugar de aquel amigo de infancia y extraordinario periodista, luchador por las libertades, culto y respetuoso, que tras expresar su opinión a través de formidables y honestos artículos, fue injustamente vilipendiado y calumniado con comentarios cobardes, gratuítos y sin fundamento, escritos por personajes sin rostro, sin nombre y, por ende, sin responsabilidades. Y no quiso volver a escribir en un medio que permitiera aquello. Me dolió y lo entendí.

LIBERTAD DE EXPRESIÓN. Maravillosa conquista democrática. Pero, ¿dónde están sus límites?

Puede que las sociedades cultas, educadas en valores de respeto y tolerancia, tengan respuestas para esto.

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Una aclaración necesaria.-
Aceptaré y respetaré siempre, aquellos anónimos, alias o seudónimos que puedan venir motivados por el pudor, la generosidad o un amor inconfesable.



sábado, 9 de agosto de 2014

Democracia.

Democracia.
(Del latín tardío democratïa)
.- Forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos.

(A propósito de ciertas actitudes observadas en algún debate televisivo.)


. La prepotencia y la intolerancia me generan desprecio cuando viene de mis adversarios, y me causan una tristeza infinita cuando la practican los depositarios de mi esperanza.
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No se sí a ustedes les pasa, pero a mi me producen rechazo y un puntito de desazón, los mensajes que nos llegan desde una supuesta superioridad intelectual y moral.

Puede que este rechazo tenga algo que ver con los rescoldos dolorosos de una educación cargada de dogmas y verdades inmutables, o puede que sólo sea por el recuerdo admirado y amoroso de un padre sin estudios, que resultaba mucho más creíble que todos los sabios que tutelaron mi vida.

Decía Santa Teresa que en "la humildad está la verdad."

Puede que sean los años vividos. Las historias vividas. O puede que sea el íntimo conocimiento de mi propia insignificancia. Lo cierto es que me encuentro más cómodo cuando me siento ante el otro dispuesto a comprender y cuando soy consciente de que la verdad absoluta no es patrimonio de nadie. Por ello apuesto por el debate abierto, el diálogo honesto e igualitario y la confrontación en libertad de las ideas. De todas las ideas.

De cualquier manera, y antes de entrar en ninguna otra consideración, me parece irrenunciable la denuncia sin matices de la mentira, la intolerancia con toda forma de corrupción y la radical intransigencia contra el abandono cruel e injusto al que se ven sometidos millones de personas en indefensión absoluta, por culpa de una crisis provocada por los que gobiernan el mundo.

Pero más allá de este innegociable punto de partida, no creo que sea saludable que nadie se arrogue el derecho a ser el depositario de la verdad y los valores éticos, y mucho menos, a juzgar y condenar al discrepante desde una atalaya impoluta que nadie debiera ocupar. Los salvadores me dan miedo.

Me parece que erraríamos si entráramos en el juego de los que se enzarzan en peleas que buscan la destrucción del adversario con descalificaciones populistas trufadas de miedo, o esgrimiendo una superioridad moral que sólo los comportamientos, largos en el tiempo, podrán aquilatar.

Unos y otros deberían entender que el único protagonista de la acción política es el pueblo. Qué es a nosotros, a la ciudadanía engañada y esquilmada, a quienes deben dirigirse cuando hablan. Nos importan tres pepinos sus cuitas, sus peleas barriobajeras , sus deudas pendientes, sus... "y tu más", sus acusaciones "de populismos" o "de castas", sus discursos viejos y vacíos, sus consignas o sus apelaciones a la salvación de la patria.

Queremos saber que sociedad propugnan, cómo piensan repartir las cargas, cómo canalizarán la distribución de la riqueza, qué lugar ocupará lo público, la sanidad, la dependencia, la educación, la investigación... pero sobre todo, no queremos que nos mientan, que nos manipulen, que nos traten como a niños, como a seres tutelados, inferiores, prescindibles.

Queremos decidir nosotros. Queremos vivir en democracia. Que gobiernen los ciudadanos.





viernes, 1 de agosto de 2014

AGÜIMES. Si ha podido ser, ya nunca dejaremos que lo llamen utopía.

Saludé al 15M mucho antes de que este naciera. José Luis San Pedro tuvo la culpa. Su pensamiento, recogido en libros, conferencias, artículos,...y fundamentalmente, su impagable testimonio vital, su honestidad, su independencia y su amor a la libertad, acabaron constituyéndose en razones poderosas para que muchos comenzáramos a creer que otra forma de hacer política era posible, que otra economía, era posible, que otra redistribución de las cargas y de la riqueza, era posible.

Apareció el 15 M. Lo saludé, lo aplaudí y de alguna humilde manera, lo empujé.
Nunca me preocupó que su aparente - o tal vez real - anarquía asamblearia tuviese capacidad para liderar un programa de gobierno. A eso se agarraba la derecha política y mediática para intentar desprestigiar y aniquilar el movimiento, y muy posiblemente en esa aparente fragilidad, descansaban seguros y ociosos los partidos de izquierda,al considerar que ahí tenían un enorme granero de votantes que tarde o temprano acudirían al paraguas de sus siglas para expulsar al enemigo común.

La verdad es que yo nunca consideré imprescindible que el Movimiento del 15M tuviera que convertirse en una plataforma política de poder real. Me parecía que tenía una importantísima misión de conciencia crítica ciudadana. Esperaba su participación indignada y combativa en las asociaciones vecinales, en los colectivos estudiantiles y de trabajadores. Creía que podría convertirse en conciencia programática y de combate para conseguir que el poder volviera definitivamente al pueblo. Si el movimiento se revitalizaba, si lograba conectar con los descontentos, los excluidos y los soñadores, acabaría siendo una fuerza tan poderosa, que los partidos políticos no tendrían más remedio que reconvertirse y dedicarse, " a tiempo completo", al servicio público.
Pero claro, esto era sólo una opinión. Otros pensaron que había que dar otro paso.

Y llegó PODEMOS . Dicen que para quedarse. Mucha gente ha recibido su aparición como lluvia fresca en medio del desierto. Parece que hablan en un lenguaje que podemos entender. Es más que probable - como bastantes se encargan en reiterar - que muchos no conozcan "la letra pequeña", pero, //¿Y a quién le importa?// - dirán los esperanzados - // De los que nos han traído hasta aquí conocíamos "todas las letras", y miren donde estamos //

Lo realmente cierto es que PODEMOS no ha dejado indiferente a nadie. Una gran parte de la población les ha acogido con esperanza o con curiosidad, y los poderes políticos, sean del signo que fueren, los poderes económicos y la inmensa mayoría de los mediáticos, no han tardado en expulsarlos a las tinieblas exteriores. O eso al menos pretenden.

Pero el país necesita debates serios. Debates en el que no prime el espectáculo, ni las audiencias, ni las cuotas. Debates en los que participen políticos, economistas, intelectuales, asociaciones vecinales, trabajadores sociales... dirigidos por periodistas independientes, libres, honestos. Los ciudadanos tenemos derecho a saber. Sin ese conocimiento no existe democracia y el voto sería una pantomima. Tal vez pretendan eso, pero sería un error monumental.

De todas formas, PODEMOS tiene un largo camino por delante en el que deberá demostrar a la gente que sus propuestas son serias, y que van en serio, qué no están diseñadas para ganar votos, sino para darle la vuelta a un sistema que se ha demostrado injusto, intolerable e inservible. Tendrán que explicar también, que para conseguir eso tendremos que enfrentarnos a fuerzas muy poderosas que no permitirán por las buenas que les arrebaten sus privilegios. Que no saldrá gratis. - ¡Es lo que tiene, pretender conseguir la redistribución de la riqueza de forma justa! -

Y sería bueno demostrar, que todo esto es posible,"gobernando". Primero, desde el propio partido, con transparencia y con democracia, pero también, desde una pedanía, un ayuntamiento, una mancomunidad o una diputación (dejemos el gobierno de la Nación para más adelante). Y en sus manos está. A la vista de las encuestas, no parece que sea misión imposible. Hay mucho hartazgo, demasiada frustración acumulada y unas enormes ganas de cambiar las cosas.

Algo debería quedar claro sin embargo: PODEMOS no es el 15M. Con toda seguridad, hunde sus raíces en aquella explosión venturosa. Pero el 15M es mucho más. Y nadie debería apropiarse en exclusiva su conciencia.

Llegados a este punto, a uno se le ocurre pensar en las razones que hacen posible que una historia, absolutamente extraordinaria y consolidada, como la que viene protagonizando el municipio de AGÜIMES durante los últimos treinta y tantos años, no sea conocida, estudiada y debatida en todos los foros de la Comunidad Canaria y del Estado.

Desde el mes de Abril de 1979, el colectivo Roque Aguayro, con un programa tan "radical", ambicioso y exigente como el que se atribuye a PODEMOS, y con una clara estructura asamblearia y de participación vecinal que son su seña de identidad, llega al poder municipal y gobierna de forma ininterrumpida y con mayorías absolutas, hasta el día de hoy.

Han sido muchos los que han seguido con curiosidad, con respeto y con alegría indisimulada, el durísimo trabajo que los distintos equipos de gobierno, siempre bajo el liderazgo de Antonio Morales, han llevado a cabo durante todos estos años. Los grandes partidos tradicionales, estatales y nacionalistas, acogieron con sorpresa su primer triunfo, pero apostaban doble contra sencillo a que ni siquiera acabarían la legislatura. Evidentemente, se equivocaron.

Si alguien entre ustedes - especialmente mis amigos peninsulares - quisiera saber que ha pasado durante estas tres décadas en este bello pueblo de mi tierra, que genere respuestas en Google, que visiten las Webs de Roque Aguayro o del propio Ayuntamiento, que lean los libros y los cientos de artículos del Alcalde (uno por cada semana de gobierno) Y si su curiosidad fuese mayor, les diría que preguntasen a la gente de la calle de otros pueblos por lo que piensan de Agüimes y de su Alcalde.

Por ahora no quiero extenderme más. Tan sólo confirmarles que no soy de ese pueblo, no milito ni he militado en el Colectivo Roque Aguayro, y durante la dictadura conocí a un gobierno municipal retrógrado, clasista y caciquil contra el que muchos tuvimos que luchar. Afortunadamente, a ese pueblo no lo conoce ya ni su madre. Muchos canarios, de muy distintos signos ideológicos, nos sentimos orgullosos de lo que los Ciudadanos de esa Villa han conseguido.

"No sabemos hasta donde llegara.
Ni siquiera cuanto va a durar.
Lo que sí sabemos es que ha podido ser.
Y si ha podido ser, ya nunca dejaremos
que lo llamen utopía."