sábado, 12 de diciembre de 2015

La política no es esto. No para mí.

La política no es esto. No para mi.

Casi tenía decidido continuar viendo "El ala oeste de la Casa Blanca" - es la segunda vez que la disfruto - , pero al final caí como un tonto y me tragué dos horas de en espectáculo ideado a mayor gloria de un medio de comunicación y de sus intereses económicos y políticos.
No soporto que conviertan la Política en un espectáculo. Me irrita que el derecho a la información que tenemos todos los ciudadanos lo utilicen los dueños del soporte para montarse una campaña de marketing y autobombo, como no la ha tenido nunca la Coca Cola. No me han gustado los interminables días previos "al supuesto debate decisivo" - ¿y quién demonios les habrá dicho que lo fuera? - Me pareció poco elegante - por no emplear otro calificativo más contundente - la repetitiva y empalagosa mención al acontecimiento histórico que estaban alumbrando y a lo profesionales, inteligentes y modernos que eran todos los periodistas de la cadena. Y me cabrea que toda esa inmensa campaña la hayan construído con el soporte de unos políticos que aspiran a gobernar nuestro país. Me molesta que los representantes del pueblo, nuestros representantes, parezcan actuar con miedo ante la prensa. No solo los bancos pueden robarnos la libertad.

Y llegados al día y la hora elegidos, una parafernalia que para sí quisiera la ceremonia de los Goyas, remata mi estupor y mi absoluto desapego. Cuatro concursant@s jóvenes, guap@s y fotogénico@s intentando ser coronados con el premio a la mejor oratoria, al disertador más brillante, al vendedor más astuto. Y arbitrando el debate unos periodistas, para ser más justo, una periodista, con demasiadas ansias de protagonismo y con una manifiesta falta de neutralidad.

No, lo siento, yo no me creo esta forma de comunicación política. Me degrada. Con formatos así, Pepe Mújica nunca habría sido presidente de Uruguay, ni José Luis Sampedro el ideólogo del 15M.
Nuestra democracia nunca será una democracia madura si a los votantes se nos hurta la posibilidad de reflexionar sobre programas de gobierno serios, rigurosos, comprometidos. ¡Ah!, busqué por todas partes a Alberto Garzón y no lo encontré. Una evidencia más de nuestra frágil democracia.

Hasta aquí lo que quería decir. Eso si, es solo una opinión.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Existimos, y ese es un don extraordinario y hermoso


Me gusta creer que he sido concebido con un propósito especial.
Ahora que nuestras casas y nuestras calles se llenan como por ensalmo de ruidos y fanfarrias, de comediantes y buhoneros, experimento la necesidad imperiosa de escapar y reflexionar, siento la necesidad de darme una vuelta por el rincón de pensar. Es posible que no me sirva de mucho, pero presiento que ganaré en libertad. Dejaré para otro momento el juicio que me merece el rentable espectáculo montado por políticos y medios de comunicación a cuenta de las elecciones del próximo 20 de diciembre o de cualquier otra noticia que tenga que ver con el dolor y la miseria humanas. En estos momentos, aunque pareciera fuera de lugar, solo me apetece compartir reflexiones que me ayuden a entenderme y a reconciliarme con la vida.

Creo qué con demasiada frecuencia usamos el nombre de Dios para no tener que buscarnos a nosotros mismos. Escapamos, cerramos los ojos, nos atemoriza el abismo, lo desconocido; y nos agarramos a los ritos y los dogmas para no tener que atravesar desnudos la gran puerta. Sin embargo, presiento que tras ese umbral de misterio y de miedo, se esconde el sentido de la vida. En realidad, cada ser humano es el maravilloso y asombroso embrión de una creación inacabada. Un extraordinario diseño de amor y sabiduría que estamos llamados a completar a través del conocimiento y una inquebrantable voluntad de conquista de los misterios que se nos vayan manifestando.

Sea por decisión divina o por un accidente cósmico, estamos aquí. Existimos, y ese es un don extraordinario y hermoso. La vida, a mi entender, ha de ser búsqueda; búsqueda decidida y apasionada del proyecto de nuestra propia creación definitiva.

sábado, 17 de octubre de 2015

La Librería. Lugar de luz.

Era un lugar mágico. Siempre que podía, y procuraba que eso sucediera con frecuencia, le gustaba perderse entre sus abarrotados laberintos, o junto a los espacios habilitados para sentarse y olvidarse o, llegado el momento, refugiarse en el pequeño "salón de los susurros" y gozarse con los interesantísimos debates de gentes que sabían mucho y disfrutaban compartiendo. Siempre en voz baja. Siempre quedamente.

Quienes trabajaban allí se habían acostumbrado a su figura como sí su presencia formara parte del paisaje. Le sonreían, le saludaban y muchas veces se quedaban largos ratos hablando con él. Tino, María, Juani, Clari, Chano, Lolo, todos muy jóvenes, todos encantados de verle, todos deseando ayudarle.

Siempre había gente. A veces, mucha gente. Gente joven y gente mayor. Hombres y mujeres. Progres y conservadores. Clientes de paso y consumidores habituales. Compradores compulsivos y algún que otro curioso. Pero apenas se oía nada. Alguna consulta en voz baja, el ruido de algunas hojas pasar, el tintineo de una máquina registradora...

Posiblemente fue construído durante la década de los años treinta del pasado siglo XX.
No poseía un estilo arquitectónico definido, como todo lo que en aquellos años se edificaba en la Capital, pero su carácter ecléctico y libre dotaba a la finca de un encanto singular. Por fuera, ladrillo visto de color rojizo y granito de la sierra vistiendo ventanas y pretiles. El interior conservaba su estructura primigenia con un patio central pavimentado con grandes baldosas de mármol blanco con ligeros tonos grises, y tres plantas en forma de corrala con balconadas de caoba y escaleras del mismo material rematada con una cúpula, también de caoba, y flanqueada por cuatro espectaculares cristaleras emplomadas adornadas con sugerentes motivos literarios y masónicos.

Cuando el sol llegaba a lo más alto, un torrente de luz se colaba por las vidrieras de infinitos colores inundando toda la estancia y alumbrando con inusitada belleza cada rincón de la casa, cómo sí alguien hubiera querido decirnos que aquel espacio sagrado estaba en disposición de iluminar al mundo.

Era la librería más hermosa que nunca había visto, el espacio anhelado que siempre soñó en gestionar junto a su mujer quién, desde muy niña trabajó con los libros y, como él, se perdía feliz o atormentadamente en las historias que contaban.

No había un espacio libre de libros. En la plazoleta central, muchas mesas con la últimas novedades editoriales, los libros de mayor éxito y obras aún cercanas en el tiempo de especial relevancia literaria. El resto, incluidas las plantas superiores, paredes absolutamente tapiadas de bellísimas estanterías, del color oscuro-rojizo de la caoba, que contenían, perfectamente ordenado, todo el saber conocido.

En una estancia principal, tras uno cristales protectores, transparentes y sin una mota de polvo, auténticas joyas editoriales: Incunables, Legajos de Pergamino de muchos siglos atrás, Cartografías únicas, Manuscritos originales de Leonardo, Bellísimas obras de arte de Abadías Medievales de toda Europa...Por supuesto, nada de esto estaba en venta. Era el toque de distinción. El culto debido a la belleza.

Don Juan, ese era el nombre de nuestro protagonista, había cogido un libro de la estantería en la que vivían las historias de los universos paralelos. Lo abrió, lo ojeó, lo acarició y con él abrazado sobre su pecho se dirigió a la sala de lectura. Aún quedaba algún asiento libre. Frente a él, ensimismada y aparentemente entusiasmada, una mujer joven escribía sin parar mientras leía y releía "La náusea" de Jean Paul Sartre. La miró con dulzura y abrió su libro:"Jonathan Strange y el señor Norrell" de la extraordinaria escritora de Nottingham, Susanna Clarke.

Cerró los ojos un instante. Los abrió de nuevo y empezó a leer. "Hace años, había en la ciudad de York una sociedad de magos. Los socios se reunían el tercer miércoles del mes y se leían unos a otros largos y aburridos trabajos sobre la historia de la magia en Inglaterra". Y de súbito, sumergido en el desvarío, Don Juan abandonó entre nubes su hermosa librería y la compañía de su joven compañera de lecturas, y se alistó en la increíble cohorte que acompañaba al Rey Cuervo, el más grande de todos los magos de la Edad Media.

Las luces de la librería comenzaron a apagarse. Era la hora de cerrar. Sólo Don Juan permanecía absorto en el salón de lectura. Marga, una de las responsables, se acercó cariñosamente hasta el, tocó suavemente su hombro y le despertó de su ensueño. Le dio un beso en la mejilla y le comentó que mañana llegaría el libro de Alice Munro que había pedido. Don Juan la besó con ternura, le dio las gracias y le deseó buenas noches.





viernes, 9 de octubre de 2015

Pregón de las fiestas de San Miguel. Temisas 2015




Aún lo recuerdo. No debía tener más de tres años cuando escuché por primera vez el nombre de Temisas. Vivía en la Montañeta, en el barrio de San Juan, en Telde. Un hombre con un burro con las alforjas y dos grandes serones cargados de aceitunas llamó a la puerta de mi casa. Le abrió mi madre. Y se iluminaron sus pequeños ojos grises. Llena de contento, le compró todo lo que cabía en el lebrillo grande de amasar el gofio. Cuando el hombre se marchó, mi madre me cogió entre sus brazos, y con una sonrisa que alumbraba de luces su carita blanca, puso en mis manos dos brillantes canicas verdes y moradas Y me dijo, "mi hijo, son aceitunas de Temisas. Las mejores aceitunas del mundo". No se por qué, nunca olvidé ese momento.

Años más tarde, en el verano de 1966, montado en un volkswagen escarabajo de color gris, mi cuñado quiso llevarme a conocer San Bartolomé de Tirajana. Al llegar a Temisas paramos a beber agua del chorro santo. Hacía calor, pero bajo las sombras de los árboles se estaba a gusto. El bar estaba abierto y las personas que estaban dentro nos saludaron amablemente. Caminé un poco por la pista de tierra que llevaba hasta la Iglesia y me crucé con unos niños y una mujer joven. No llegué hasta la plaza. Volví y le dije a mi cuñado que podíamos dejar San Bartolomé para otro día. Quería disfrutar de aquel pueblo tan hermoso. Cuando volvíamos de regreso a Telde le comenté, "me gustaría que algún día me destinaran a este pueblo."

En el verano de 1968, recién ordenado sacerdote, me envían como párroco al pueblo de Temisas. Sería mi único destino. Lo que en ese tiempo ocurrió ya lo conocen ustedes. Fueron tres maravillosos años.

MUCHO TIEMPO DESPUÉS.

Llegó algo cansado. Pero estaba allí, haciendo algo que siempre quiso hacer pero que nunca antes hizo. Habían pasado muchos años, más de cuarenta. Ya no era joven, y la larga cuesta que tuvo que salvar para llegar a la montaña de arriba le había exigido un derroche físico muy cercano a sus límites. Pero estaba contento. Pronto haría posible su sueño.

Era noche cerrada. Noche de septiembre del año 2015. La luna había desaparecido y las estrellas, dueñas del cielo, reinaban sobre Temisas. Buscó con mimo su atalaya, el balcón desde el que mirar lo que quería mirar. Se sentó en un saliente de la montaña y apoyó su espalda maltrecha contra un risco salvador. Respiró profundamente, y descansó. Se sentía bien.

Silencio. Silencio absoluto. Todo el valle duerme. Personas y animales duermen. Los olivos aprovechan la oscuridad para cargarse de oxígeno y expulsar dióxido de carbono. Mañana, cuando salga el sol, con el milagro de la fotosíntesis, producirán azúcares para su vida y nos regalarán toneladas de oxígeno para que vivamos nosotros. Pequeños focos luminosos, aquí y allá, respetuosos con el cielo y con el descanso de la gente, le regalan una estampa idílica que recordaba a los belenes de su niñez.

Aún faltan unas horas para que llegue el momento. Aprovecharía ese tiempo para viajar por su memoria y recuperar rostros, conversaciones, afectos. Aprovecharía también para suplicar a aquellas viejas montañas amadas que no fueran tacañas con él, que le contasen sus secretos, que le hablasen de su historia y de la historia de las personas que las conocieron antes que él, de la vida que vivieron y los sueños que soñaron.

Un topillo sale de su madriguera y, tras un instante de desconcierto, escapa a toda velocidad. Tras su espalda, a muy pocos metros, el Observatorio Astronómico aguarda la llegada de una nueva madrugada para recibir a decenas de personas deseosas de conocer los misterios del firmamento. Algo más allá, en un mirador extraordinario, la misteriosa Cueva del Gigante, seguramente, algo más que un simple puesto de vigilancia para prevenir el ataque enemigo. Muy posiblemente, el Observatorio Astronómico de los Guanches Temiseros, el que utilizaban para su conexión con las estrellas. ¿Quién les enseñó? ¿De dónde provenían los altísimos conocimientos de esa ciencia matemática? No lo sé. Otras personas, más versadas que yo, podrían profundizar en el misterio.

Se acerca el momento. Con la luz del alba, las farolas se apagan automáticamente. Un gallo se ha puesto a cantar. Pepito López toma el primer café en el patio de su casa mientras escucha el trino de un capirote y observa el vuelo elegante de las golondrinas. Una mujer joven ha salido a pasear con Coco, su precioso perro de pelaje blanco y miel. Alicia ha cogido su coche y se marcha a trabajar. Tiene un largo trayecto hasta Arguineguín. Sale algún coche más. Alguien que no alcanzo a distinguir está trabajando en su huerto. Se oye el golpe seco del sacho. Las ventanas de la casa de Kim y de Ingunn acaban de abrirse. Se asoman. Seguramente aguardan el instante que aguarda él.

Llegó la hora. Son las 7:34 de la mañana. Desaparece el último rastro de sombras y el
infinito se pinta los ojos con una delgada linea roja. Allá donde el cielo y el mar se besan, agua y aire comienzan a vestirse con tonalidades naranjas, verdes, rojas y amarillas. Unas nubes blancas que vagaban por allí se acercan envidiosas, roban los colores, y se maquillan de fiesta. Una enorme explosión de color se adueña del agua y del aire. En su cabeza suenan violines y timbales, instrumentos de metal y de viento. El hombre, absorto, parece arrebatado por una maravillosa sinfonía. Emergiendo de las profundidades del océano, una inmensa bola de luz y de fuego, asciende lenta y majestuosa acudiendo puntual a la cita de cada amanecer para celebrar el milagro de la vida que se renueva.

El Roque Agüayro, eterno guardián del valle, vigila sereno y orgulloso. Más arriba, en plena serranía, escondido entre los repliegues del terreno, justo a los pies de la formidable cadena de montañas desde las que el hombre mayor contempla el más bello espectáculo del mundo, el valle se llena de luz y de color. Cientos de olivos gigantes, autóctonos, centenarios, viven y crecen, junto a otros árboles frutales en bancales escalonados construidos por el hombre, junto a los caminos de tierra o de piedra, en las laderas de los riscos, en pequeños huertos familiares, al pie de las humildes casas de paredes blancas y tejados rojos a las que colorea de verde y de plata y protege con sus sombras. Es Temisas saludando a la vida. Y el hombre mayor, aún sobrecogido, guardó la belleza de este instante en el lugar más soleado de su memoria.

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Se levanta con cierta dificultad, echa una última mirada al mar, a las montañas y a su pueblo, y se dispone a bajar. Las calles están engalanadas con banderas y luces. El turronero ocupa su lugar en la plaza. El de todos los años. Ya comienzan a llegar los que un día se fueron en busca de oportunidades, pero que siguen necesitando a su pueblo para vivir. En unas horas los altavoces anunciarán la fiesta y el valle se llenará de música y canciones. Son las fiestas de San Miguel.

El hombre mayor está preocupado. La Asociación de Vecinos le pidió que pronunciase el pregón de este año. Al principio se sintió honrado y orgulloso. Pero la euforia inicial fue pronto sustituida por temor y desasosiego. A medida que se acercaban los días, los pensamientos y las palabras huían. Imposible escribir nada. Cuando lograba hilvanar unas líneas debía borrarlas casi de inmediato porque no contaban lo que él quería que contaran. Y vuelta a empezar. No sabía por qué pasaba. Tal vez fuera, porque creyera que estaba ocupando un lugar que no le correspondía. El no nació aquí. No podía presumir del honor de ser hijo de Temisas. Tampoco vivió un tiempo largo en estas calles y entre su gente.

Sin embargo, la intensidad de aquellos tres años, la pasión con la que se lanzaron juntos a la conquista de la felicidad, la alegría por la dignidad conquistada, el amor compartido que ha pervivido durante más de cuatro décadas superando el tiempo y la distancia, y, sobre todo, el inmenso honor de haber sido nombrado hijo adoptivo de Temisas por el pueblo reunido en asamblea, fueron finalmente motivos suficientes para que desaparecieran los temores y se pusiera por fin a escribir un texto sobre su pueblo en el que primaran el amor y el agradecimiento.

Se esforzaría para que las palabras con las que vaya construyendo este relato estén revestidas de sinceridad y de verdad. Ese será su compromiso.

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Después de compartir con ustedes mi ensoñación de esta madrugada en la montaña de arriba, quisiera fijar mi mirada en la gente anónima que ha dado y da vida a Temisas.

Temisas es algo más que un lugar hermoso que inspira a los poetas y produce descanso y placer a quienes disfrutan de su cobijo y su belleza. Temisas es sobre todo su gente, la vida compartida de su gente.

Somos las personas quienes hacemos los pueblos. En la voluntad de quienes poblamos un territorio, está el poder de alumbrar un lugar en el que la vida sea más amable, en el que dialogar, debatir y compartir, sean seña de identidad. En nuestras manos estará el construir un pueblo hospitalario, abierto a otros pueblos, comprometido con el mejoramiento colectivo de su comunidad, de su región y del mundo. Un pueblo feliz y orgulloso de su historia y de su dignidad conquistada. Temisas será, lo que los Temiseros queramos que sea. Y este pueblo ha demostrado sobradamente que se puede contar con él. Que es capaz de pelear por sueños imposibles,... y alcanzarlos.

. Cuando pienso en Temisas, y lo hago cada día, disfruto con el recuerdo de la belleza de mi valle, del caserío blanco y rojo a la sombra de los olivos gigantes, de la fortaleza formidable de las montañas que nos cobijan, de la contemplación serena del Roque Agüayro y el mar de Arinaga.

Pero,

. Cuando pienso en Temisas veo también a Benito con sus locos cacharros, al pequeño Bartolo diciendo adiós entre mis brazos, a Pepito López y su eterna juventud, a Consuelito y Juanito Sánchez, mis vecinos, a Miguelito el Rubio y Alejandro, mis monaguillos por un día, a Juanita con su niño en un hospital de Madrid, a Juanito Arbelo, el barbero de Temisas, a Kiko Cubas y Carmen Valentín, siempre tan cerca, a Mariquita Concepción y Luisito el Santo, a Lalo , Auxi, Manolín, María, Sole, Pancho, Juan Ramón, Adela, Daniel, Sergio, Alfredo, Mingo, Ferino, al Diablo Blanco, Cecilio, Agapito, Leonardo, Pascual, Pepe Chano, Ana Mari, María Luisa, Milagros, Chelo, Maribel, Norita, Cecilio, Fátima, Lourdes, Margarita, Rosa Delia,...

. Cuando pienso en Temisas veo a hombres y mujeres trabajando en la carretera del cementerio, en el Centro Cultural, en el camino del café, en nuestra biblioteca infantil, en el dispensario médico, en nuestras jornadas de limpieza dominicales, veo a jóvenes escribiendo para nuestra revista, a nuestros niños compitiendo en "cesta y punto". Pienso en la lucha tenaz de Miguel Jiménez durante más de cuarenta años, en la compañía de teatro Arañul, en las semanas culturales, en las jornadas obrero campesinas, en Mario y el Observatorio Astronómico...

. Cuando pienso en Temisas pienso en La Asociación de Vecinos y su compromiso con el pueblo. Pienso en Alberto, y en Jenifer, en Ana, en Sarai, en Bea y en Iraida, en Lars, en Paco, en Melody, en Miguel y en un puñado de jóvenes que seguirán peleando por hacer de Temisas un referente de vida comunitaria y un maravilloso lugar para vivir.

. Cuando pienso e Temisas pienso en rebeldía, en autoestima, en orgullo de pertenencia, en dignidad, en amor.

. Cuando pienso en Temisas recuerdo los apellidos que durante siglos han dado vida a este valle: Alemán, Arbelo, Fuentes, López, Cubas, Méndez, Sánchez, Artiles, Castro, Pérez, jiménez, Ramirez, Valentín...

. Y espero que, cuando pasen algunos años y piense en Temisas, pueda recordar con el mismo agradecimiento y el mismo cariño, a gentes venidas de muy lejos, que amaron este lugar y decidieron compartir la vida con nosotros. Son los: Vangenger, Ramslie, Hiscock, Stipsits, Nilson, Soria, Ryvik...

. Y sí, cuando piense en Temisas me gustaría soñar con ver de nuevo a un montón de niños corriendo y riendo por sus calles, a familias que regresan y a parejas que eligen este mágico valle para construir su proyecto de vida.

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Pido disculpas si me he extendido más de la cuenta - mi mujer me había recomendado ser breve para no aburrir - Pero me gustaría decir algo importante, antes de llamar a la fiesta.

Cuando llegué a Temisas, Agosto de 1968, vivíamos aquí más de ochocientas personas. El 80% tenía menos de cuarenta años y el 60% no superaba los veinte y decenas y decenas de niñ@s corrían, llenaban de alegría las calles y las casas. Éramos un pueblo muy joven.

Han pasado 47 años. La población de Temisas no llega a los trescientos cincuenta habitantes. Nos hemos hecho mayores. La media de edad ha subido bastante...y no, no podemos reprimir un sentimiento de nostalgia y una miaja de tristeza. Echamos de menos las carreras, los gritos y las risas de los más pequeños.

Pero que nadie se equivoque. La vida, toda la vida, permanece intacta en el alma de los hombres y las mujeres tengan estos la edad que tengan. Mientras vivamos, mientras tengamos capacidad para pensar, para hablar, para debatir, para soñar, aquí estaremos. Nos hemos hecho mayores. Pero vivimos. Vivimos y tenemos la obligación y el derecho de exprimir la vida, de transformar la vida, de ser felices.

Sí, nos hemos hecho mayores, pero queremos sentirnos importantes. Queremos ayudar. Temisas aún nos necesita, nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros amigos..., mucha gente nos necesita. No tenemos la fuerza que teníamos antes, nuestros pies no nos conducen con la misma rapidez, a lo mejor nos traiciona algo la memoria, pero hay toneladas de sabiduría acumulada en nuestros cerebros, multitud de experiencias para compartir, infinita capacidad para el amor y la ternura, y tiempo, un montón de tiempo.

. Nelson Mandela accede a la presidencia de Sudáfrica a los 81años
. José Mujica llegó a la presidencia de Uruguay a los 75 años.
. El Papa Francisco es elegido Sumo Pontífice con 77años.
. Manuela Carmena llega a la alcaldía de Madrid cuando acaba de cumplir 72 años.
. José Luis Sampedro fue líder moral e intelectual del 15M con 94años.

. Después de escuchar esto, ¿hay alguno entre nosotros que pueda decir que se siente mayor para seguir peleando por su vida y por su pueblo?

Queridos vecinos, estamos aquí sea por creación divina o por un accidente cósmico. Pero existimos. Existimos, y ese es un don extraordinario y hermoso.

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Ya he terminado. Creo haber dicho lo que quería decir. Gracias por aguantarme. Ahora solo me resta invitarles a disfrutar de la fiesta, a cumplir con el rito de cada año y pasear en volandas a San Miguel, a reencontrarnos con nuestras familias y nuestros amigos. Con nuestros recuerdos. A decir a las personas que queremos, que las queremos.

Amigos, vecinos de Temisas, gentes venidas de otros lugares, ¡bienvenidos a casa! Llenemos nuestras calles de risas y de cantos. Que suene la música y que se iluminen los cielos. Bailemos, juguemos, amemos. ¡Qué vivan las Fiestas de San Miguel! ¡Qué vivan las gentes de mi pueblo!

jueves, 10 de septiembre de 2015

Digresiones. A vueltas con la libertad.



Dicen que los años - sobre todo los muchos años - te conceden una especie de dispensa a la hora de expresar tus opiniones. Es como si, al tener poco que perder, te resultase más fácil ganar la libertad.

No pongo en cuestión esto que dicen, pero sí puedo asegurarles que a mí no me ocurre.

Muy al contrario, cada vez me cuesta más emitir opiniones o hacer juicios de valor. Digo y me desdigo, escribo y tacho, hoy es y mañana no. Los años vividos, los conocimientos adquiridos, la experiencia acumulada sólo me han servido para relativizar las certezas, para escuchar mejor y decir con tolerancia, para tomar conciencia de la insignificancia de mis certidumbres.

No, no he alcanzado "esa libertad" que prometen los muchos años. Tampoco la echo de menos. Me parece mucho más liberador acercarme a la verdad y al otro, con la humildad del buscador y la conciencia del que sólo sabe que no sabe nada.

Podría ahorrarme este farragoso discurso que suena a disculpa previa, si me limitase a reflexionar sobre lo mucho y bueno que gente más preparada que yo ha escrito o dicho, si abandonase de una vez por todas mi propensión a meterme en todos los fregados que asolan al país, para expresar un punto de vista que, dudo mucho, pueda interesar a alguien. Pero, ya ven ustedes, aquí estoy de nuevo. Dando la matraca. ¿Tontería?, ¿Responsabilidad?, ¿Instinto de supervivencia? ¡Y yo qué sé! Tampoco creo que sea importante.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Un lugar en la historia colectiva.

Personas a las que conozco bien están en esta movida desde que fueron muy jóvenes. Les importaba el mundo en que vivían y decidieron participar en él. Eso si, entonces, si calculaban mal y sus cosas no gustaban - las que hacían o las que decían - podían acabar molidos a palos, en la cárcel, desterrados, o vaya usted a saber.
No habían especiales casos de corrupción que denunciar. El Estado, desde sus entrañas, era corrupto por definición. Corrupto y cruel. Y no había tiempo para entretenerse en minucias. Inteligencia, idealismo, astucia y elevadas dosis de coraje eran condiciones imprescindibles para embarcarse en la aventura, intentar romper las cadenas y ganar la libertad.

Algunos - desgraciadamente más de los deseables - se fueron quedando en el camino. El cansancio, las comodidades de una burguesía estrenada casi de puntillas, o tal vez la falta de convicciones éticas o ideológicas profundas, acabaron convirtiéndoles en tristes juguetes rotos.

Pero otros - no pocos - con sus "infinitos años" a cuesta, continuaron con sus sueños y su rebeldía, y se vistieron con camisetas verdes, blancas, rojas y amarillas,... y ocuparon las calles, y empuñaron pancartas, y llenaron el aire de cólera, de eslóganes de indignación, de cantos de rabia y de sueños. Y se encadenaron con otros ciudadanos a las puertas de hogares desesperados,... y gritaron: ¡Stop a los desahucios! y a la corrupción y a la vergüenza.

Cuando al fin las mareas barran tanta porquería y el sol caliente a todos sin distinción, me encantaría descubrir que la historia les ha reservado un lugar soleado en nuestra memoria colectiva.



miércoles, 2 de septiembre de 2015

En defensa de la prensa libre e independiente.



No parece concebible, en un país avanzado, poner en duda la importancia de la prensa en la construcción de estados democráticos y libres. La democracia es imposible sin libertad de expresión y de pensamiento.

Por eso a los ciudadanos de a pie nos resulta tan difícil digerir el espectáculo, muchas veces esperpéntico, de periodistas y medios de comunicación que parecen correas de transmisión de intereses económicos o políticos que nada tienen que ver con la objetividad de los hechos. Perplejos e indignados, asistimos a debates trufados de sofismas y medias verdades que acaban por hacernos perder toda la confianza en el último poder fiscalizador con el que contamos los ciudadanos.

Por ello, el medio de comunicación ha de estar en permanente vigilancia. Su función es poner a la vista lo que está oculto, difundir aquello que los poderes que nos gobiernan están empeñados en ocultar. Su independencia y su honestidad tendrán que estar por encima de toda sospecha. No deberá informar, ni parecerlo, al dictado de ideologías o convicciones personales subjetivas. Y no existen atajos. No se podrá acudir al recurso "del mal menor" o a, "el fin justifica los medios". Ni para conquistar el cielo, ni para tumbar una dictadura, se puede traicionar este valor sagrado: La búsqueda humilde de la verdad, y la certeza de que el verdadero depositario del tesoro de la verdad informativa es el pueblo.

La información independiente y veraz es sagrada. Nada perdurable se podrá construir sin ella.

Y que decidan los ciudadanos.


El candidato.

"¿En qué estación se bajó aquel joven utópico?"

El congreso había ido bien. Mejor que bien. Los intervinientes hablaron de su empatía, su preparación, su capacidad de trabajo, su liderazgo indiscutible. Todo un poco excesivo para su gusto. Pero bien. Mejor así. Después llegó su discurso. Nunca tuvo problemas ante el micrófono. Tampoco le asustaban las multitudes, como cuando manejaba a su antojo las asambleas en la Complutense. Se sentía seguro, dueño de la escena. Habló de igualdad, de rebeldía, de compromiso, de sacrificio, de austeridad, de sueños, de solidaridad. Con la solvencia de siempre, con el encanto de siempre, aparentando improvisar, aunque todo estuviera medido; cada palabra, cada gesto, cada gag. Y se pusieron en pie. Y aplaudieron con fuerza. Y profirieron ¡Bravos!, Y corearon su nombre. El salón se llena de globos de colores, de banderas que danzan y que vuelan, de música que habla de glorias y de triunfo. Y gritaron, ¡Presidente! ¡Presidente! ¡Presidente!

Consiguió escapar. No recuerda cual fue la excusa, pero por fin estaba solo, liberado y solo, en aquella solitaria calle de aquella fría noche de invierno. Había dejado el abrigo en el guardarropas. También la bufanda. Pero no volvería a recuperarla. Ya lo haría mañana. No le apetecía quedar atrapado de nuevo en aquel bazar de lujo. Manolo, su chofer, enguantado y encogido, apura el quinto coronas negro apoyado sobre el capó azul metalizado del Audi propiedad del partido. No le había visto. Seguramente no le esperaba tan pronto. La fiesta, pensaría el veterano militante, se prolongaría aún algunas horas. Hasta él llegaban las excitadas voces, y la música, y la bulla de los abarrotados salones, y el run run de los secretos. Entre canapés de ibérico, tostas de caviar y generosas copas de champagne francés, las fuerzas vivas del partido estarían ahora, chisposos y desinhibidos, negociando puestos, pergeñando alianzas, ofreciendo cargos. No había tiempo que perder. Risas, risas estentóreas, risas que eran muecas. Y abrazos, abrazos húmedos, abrazos huecos, abrazos mentirosos, abrazos que no eran abrazos. La misma historia de siempre, la misma mierda de siempre. Nada nuevo. Había conocido demasiadas noches como esta.

En el pequeño habitáculo de un cajero del banco popular, un mendigo y su perro comparten el calor que les queda en un intento desesperado por evitar la congelación.

Hace mucho frío en la calle. Una pareja de la policía nacional permanece dentro de su coche en las inmediaciones del hotel. Manolo apaga su último cigarrillo, abre la puerta del Audi, y se refugia en él. Un autobús municipal se acerca despacio. Al llegar a la parada abre su puerta delantera. El candidato sube con rapidez y toma asiento junto a una ventana. No parece que le hayan reconocido. Manolo, medio adormilado, tampoco pudo ver como se marchaba. Se recostó en el asiento. Se estaba bien allí. Calentito y libre. Sacó su móvil y marcó un número...

<< ...¿Sí?, ¡ah!... perdone Don Luis - se incorporó rápidamente en el asiento como si presintiera que su jefe le estuviera viendo - estaba un poquito traspuesto,... ¿sale ya?...me coloco ahora mismo en la entrada. >>

<< No, no te preocupes Manolo. Puedes marcharte a casa. Esta noche no te voy a necesitar. Mañana hablamos. Que descanses. >>

El autobús le dejó a pocos metros de su casa. Era el piso cuarto de un magnífico edificio situado en una de las zonas más nobles de la ciudad. Un vigilante nocturno abrió la puerta blindada del portal y le saludó con deferencia. Tomó el ascensor y apretó el botón número cuatro. Metió la llave en el bombín y entró en la vivienda. La luz del hall se encendió automáticamente. Desconectó la alarma. Se iluminó el salón. Tres grandes ventanales se abrían a una gran zona boscosa que oxigenaba y embellecía aquel barrio de privilegio. Dentro, estanterías repletas de libros y tres lienzos con pinturas de amigos colgando de las paredes blancas. Desde hacía un año vivía solo. Su mujer confesó su cansancio y le dejó. Ahora vive en algún lugar del Mediterráneo, creo que también sola, y según le cuentan, menos estresada y más feliz.

Se quitó el abrigo, la chaqueta y los zapatos. Estaba cansado. Muy cansado. Apagó las luces y se dejó caer sobre el gran chester marrón. Cerró los ojos, e intentó escapar, dejar en blanco su memoria y alcanzar una paz que se le resistía desde hacía mucho tiempo. ¡Imposible! Su mente, poderosa y fría, había decidido colocarle ante el espejo, sin filtros, sin escapatorias, sin piedad, sin poesía, desnudo. No había tiempo para más prorrogas. Se derrumbó. No podía más. Demasiadas contradicciones. Demasiadas traiciones. ¿En qué estación se bajó el joven utópico? ¿Cuándo ocurrió? Se incorporó. Abrió por un instante los ojos y recorrió despacio el indecente lujo que le rodeaba. Se estremeció. Volvió a cerrarlos, apoyó su cabeza en el respaldo del sillón, y trató de esconderse tras el sueño.

Sonó un pitido desagradable y estridente. Se sobresaltó. Un punto de luz iluminó el fondo del salón. El ordenador programado para encenderse a las doce de la noche obedeció la orden. Volvió su cabeza. ¡Allí estaba! ... Habían pasado más de veinte años. Era muy joven. Sonreía de forma contagiosa. Miraba de frente. Apasionadamente. Siempre le gustó aquella imagen. Luminosa, transparente, sin espacios oscuros... Pero ya no soportaba aquella mirada. Imposible apartar los ojos de sus ojos. O tal vez eran aquellos ojos los que no se apartaban de los suyos. Le perseguían, le escrutaban, le juzgaban, le asustaban. ¿Por qué le miraban así? ¿Veían algo qué no veía él? ¿Veían algo qué no quería ver él? Temblaba. Le bastaría con hacer clic en el maldito ordenador y aquella imagen desaparecería ... Pero no podía. Ya no podía. Se sentía bloqueado, paralizado.
Dolorido y derrotado, asistía angustiado al desmoronamiento de su representación, a la rotunda rebelión de su yo más decente. Tal vez iba siendo hora de enfrentarse a sus fantasmas, de acabar con tanta superchería. Llevaba huyendo demasiado tiempo.

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Es la historia de muchos jóvenes airados a quienes el poder y la gloria acabó robándoles los sueños y el alma.

Haríamos bien los nuevos indignados en no considerarnos inmunes a los cantos de sirena. La historia suele repetirse.
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martes, 25 de agosto de 2015

"Provengo de un sueño colectivo"

"Provengo de un sueño colectivo.." Ha dicho Antonio en su discurso como Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Un sueño colectivo que se remonta a muchos años atrás, cuando aún sonaban los tambores de la dictadura. Un sueño colectivo que se ha ido alimentando con enormes dosis de ilusión, de muchísimo trabajo y de verdad. Un sueño colectivo que transformó el pueblo de Agüimes en una comunidad alegre, solidaria y orgullosa.
Es muy probable que, quienes no sepan lo que aquí ha pasado, quienes no conozcan cual ha sido la trayectoria personal y política de Antonio Morales, quienes no entiendan la pasión que los Gran Canarios sentimos por nuestra isla,
toda esta explosión de alegría les desconcierte o les suene a exagerada. Pero, para quienes hemos suspirado tanto por este momento, hoy, 20 de junio del 2015, es un día maravilloso. Hoy comienza un tiempo nuevo para Gran Canaria, y todos los ciudadanos de la isla participaremos de "su sueño colectivo". Todos podremos participar con nuestra voz y nuestro trabajo.

lunes, 24 de agosto de 2015

Apropósito de anónimos y seudónimos.

Es más que probable que esta reflexión no alcance los parámetros de calidad mínimos para ser considerada digna de aparecer entre las páginas de una determinada publicación on line. El hecho no debería pasar de ahí y no tendría la menor importancia. Me niego a pensar que se trate de una especie de censura por considerarla demasiado crítica con sus propios intereses. Creo que esa publicación, a la que por respeto a su honor y a mi falta de certezas no quiero nombrar, dio siempre muestras de valentía e independencia. Solo he pretendido abrir un debate civilizado y democrático sobre un tema que, me parece, genera preocupación y muchas dudas. ¿O solo me lo parece a mi?
Más abajo, entrecomillada, vuelvo a exponer mi reflexión. Me gustaría que fueran ustedes, los que visitan habitualmente estos muros, quienes aclararan finalmente mis dudas. Gracias.

"Puede que existan razones que yo no alcanzo a ver, pero no puedo evitar experimentar un sentimiento de rechazo ante la proliferación de anónimos y seudónimos que copan la mayor parte de los foros de opinión en los periódicos digitales.

Me refiero a esos anónimos que evitan el debate civilizado en condiciones de igualdad y se amparan en la invisibilidad para cargar, descalificar y, a veces calumniar, a personas que, equivocadas o no, se atreven a opinar a pecho descubierto, con nombre y apellidos.

Me refiero a esos anónimos que no se cansan de dar lecciones de moralidad, transparencia - "manda huevos" - y democracia, como si fueran los únicos portadores de la decencia y los valores ėticos.

Me refiero a esos anónimos, seudónimos, o lo que sean, que amparándose en la libertad de expresión, acaban degradándola, embarrándola y vaciándola de contenido.

Es más que probable que se me escapen claves que me podrían hacer pensar de otra manera. Si fuera así, me gustaría conocerlas. Pero hasta tanto, evitaré entrar en esos foros."

sábado, 27 de junio de 2015

"El que se mueve no sale en la foto"

"El que se mueve no sale en la foto". Quién no sigue las directrices marcadas, que olvide su proyección pública.

Cada día es más difícil encontrar voces independientes en la radio o la televisión. En sus programas Priman los representantes de partidos políticos - sé lo que van a decir antes de que pronuncien palabra - Priman los representantes de los medios de comunicación - responderán a los intereses de sus dueños. O los echan - Priman las audiencias, es decir, el dinero - y por tanto, los populismos y los escándalos -

Y en el patio de butacas, todos nosotros, el objetivo, la pieza a cobrar, el voto que otorga el poder. No les importará mentirnos - me niego a pensar que no lo sepan. No creo que sean tan cortos. Es su trabajo. Les pagan para ello y con mayor o peor fortuna, interpretan su papel - Y muchas veces tienen éxito.

El problema se agudiza, cuando personajes populares que han podido ser referentes intelectuales o éticos para una parte importante de la ciudadanía - sobre todo de izquierdas - son incapaces de expresar públicamente lo que realmente piensan por miedo a que se vea cuestionada su virginidad revolucionaria, a perder popularidad. También ellos - muchos - se han convertido en personajes absolutamente predecibles.

A nosotros también nos pasa. Al menos a mí. Nos da miedo a ser incomprendidos, a dejar de ser queridos. Espero que el espacio de libertad que aún representan estos muros, nos permita ser como somos, decir lo que pensamos. Sin tutelas. Sin coacciones. Sin manipulaciones. Pero conscientes de que solo la verdad nos hará libres, que la libertad se conquista cada día. Y que arrastra dolor.

Desde estos muros reivindico una vez más, acontecimientos y personas que han sido y son para mí alegría y espejo:

15M, José Luis San Pedro, Pedro Zerolo, Antonio Morales Méndez.



miércoles, 17 de junio de 2015

No hay color

Nadie está libre de meter la pata. Nadie debiera ser lapidado por ello - "él que esté libre de falta, que tire la primera piedra" - Lo que realmente marca la diferencia es la respuesta personal ante el error cometido.

Y aquí, amigos, aquí, no hay color.

Más allá de la dimisión de su cargo - creo que debía hacerlo, y le honra haberlo hecho - Guillermo Zapata ha dado una lección de honestidad y humildad en sus entrevistas a distintos medios de comunicación. Su petición de perdón por el dolor causado, su asunción plena de la culpa sin recurrir al "y tú más", su forma amable de mirar y de decir me han parecido sinceras y valientes. Le honra y le redime. Al menos ante mí.

Pongan ahora en la otra balanza la respuestas ofrecidas por los señores Pablo Casado y Rafael Hernando a manifestaciones tan canallas como las que hemos reprochado, con razón, a Guillermo Zapata. No encontrarán el más mínimo atisbo de arrepentimiento. Disparan al adversario, se esconden tras los medios que les jalean y les protegen, y les siguen importando tres pepinos nuestra indignación y nuestra crítica.

¿Realmente es tan difícil saber quién es demócrata y quién no?

sábado, 6 de junio de 2015

Es difícil aceptar lo que está pasando



Posiblemente tenga yo la culpa. ¿Quién sabe? Tal vez me sobre ingenuidad y me falte realismo; es lo que suele pasar cuando a uno le da por leer poesía romántica o soñar con aventuras de caballeros andantes y mundos fantásticos.

Aún así, y evitando fustigarme más de la cuenta, no vaya a pecar de soberbia presumiendo de una humildad que no tengo, me resulta difícil aceptar lo que está pasando.

Me irrita el juego de trileros en el que parecen sentirse cómodos en este tiempo post electoral, los partidos viejos y los partidos nuevos. Me cansan sus juegos dialécticos pensados para su mayor gloria, las constantes alusiones a su pureza incorruptible y a la demonización del adversario, sus intereses ocultos ("hoy no me ajunto contigo", no vaya a ser qué...Tal vez mañana, cuando pase aquello que tú y yo sabemos ), sus apelaciones al miedo, sus distintas varas de medir, sus inequívocos deseos de "poltrona". Digan lo que digan, justifíquenlo como quieran justificarlo, me parece una indecencia lamentable lo que está ocurriendo en Andalucía, y lo que, parece muy probable, va a ocurrir en otros pagos. ¿Nos podemos permitir ese lujo? Me temo muy mucho que estos políticos tan decentes, están más preocupados de sus perspectivas electorales que del buen gobierno de sus pueblos.

Parece claro, con el voto expresado en las urnas, que los hombres y las mujeres de este país han dibujado una sociedad poliédrica, diversa, llena de colores. Y esto me parece maravilloso. Nadie podrá arrogarse ya la representación exclusiva de las ilusiones de la gente. Se acabaron las verdades absolutas, el pensamiento único, el decreto ley, la falta de transparencia. La ciudadanía nos ha dicho que va siendo hora de que nos comportemos como seres humanos civilizados: humildes, dialogantes, honestos, con sentido común. Nos explican que en nuestra vida pública no hay cabida para los intolerantes que se comportan como si fueran los únicos depositarios de la verdad - eso ya no se lo cree ni la Iglesia de Roma - Nos advierten que ha llegado el momento de hablar, de abandonar falsas posturas maximalistas, de acercarse, de escuchar, de dialogar; es decir, de ceder, de converger. Solo el bien común es importante. Solo la Gente es importante.

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Dicho lo que he querido decir, me parece necesario afirmar que todas las generalizaciones acaban siendo injustas. Por ello, aunque mi torpeza me ha impedido explicarlo mejor, quisiera concluir este desahogo remediando esta arbitrariedad: NO, NO TODOS LOS POLÍTICOS SON IGUALES.

Conozco personalmente a muchos hombres y mujeres que viven su vida pública como un servicio absoluto a favor de sus pueblos. Los conozco y los admiro. No voy a nombrarlos a todos, no podría, pero en representación de todos ellos citaré a dos personas, una mujer y un hombre que dignifican la política y enorgullecen a sus ciudadanos. Seguro que también ustedes podrían nombrar a otros muchos.

Antonio Morales. Presidente del Cabildo de Gran Canaria y Manuela Carmena. Aspirante a Alcaldesa por el Ayuntamiento de Madrid.

Antonio Morales es líder de Roque Aguayro.
Manuela Carmena, se presenta como independiente en Ahora Madrid.

sábado, 30 de mayo de 2015

Ensoñaciones y melancolía.




      A don Carlos le gustaba sentarse a leer en aquella vieja mesa de mármol, de aquel viejo café, en aquella vieja calle, de aquella ciudad, vieja y amada. Los camareros eran viejos, la clientela era vieja, las fotos que colgaban de las viejas paredes recordaban viejas escenas. Él era viejo.

      Sin embargo, el local olía a limpio, el suelo brillaba, las mesas brillaban, las blancas chaquetillas de los empleados brillaban de puro blancas, la barra, la gran cafetera, las botellas, las tazas y los vasos brillaban. Y un delicioso y acogedor aroma a café, a puro café, lo inundaba todo y te invitaba a quedarte, a refugiarte, a soñarte, a olvidarte.

      Los días transcurrían sin sobresaltos: algún achaque producto de los muchos años, un nuevo nieto, algún funeral, la Unión Deportiva que no arrancaba, ... nada fuera de lo esperado. Don Leandro, el farmacéutico, tomaba su carajillo de cada mañana junto a la barra. En la mesa del fondo, Juanito, Perico "el gato" y Luisito "el pitorro", jubilados de larga duración, leían la prensa deportiva mientras esperaban el segundo cafetito. Más al centro, un grupo de funcionarios de correos hacían un alto en el camino y disfrutaban de un rato de sosiego en aquel "templo silencioso". En su rincón de costumbre, nuestro viejo amigo leía "Guerra y Paz".

      Un buen día, muy de mañana, aún no habían sonado las once en el reloj de la Iglesia, cuando un chico joven entró en la cafetería. No tendría más de veinte años. Vestía pantalón vaquero muy gastado, camiseta negra, y zapatillas deportivas grises, el pelo, más largo que corto, muy limpio, y una barba de varios días sin arreglar. Alto, delgado, aparentemente tímido. Se sentó en una mesa al lado del ventanal que daba a la calle y por el que comenzaba a colarse la luz amable del otoño. En sus manos llevaba un libro y un cuaderno. Y me imagino que algo con que escribir. Miró a su alrededor, atento, curioso, respetuoso. Desplegó una cálida sonrisa complaciente y amigable y llamó al camarero. ¡Es posible que hubiese encontrado su santuario!

      El anciano contemplaba la escena entre la perplejidad y el desasosiego. ¿Qué podría buscar aquí un muchacho tan joven? ¿Habría venido para quedarse? No le hacía ninguna gracia que aquel rincón apacible, de repente se llenase de ruidos, de risas sin sentido, de discusiones, de gritos y tal vez, de amores. No lo permitiría. Hablaría con los demás parroquianos y con Manolo, el encargado de la cafetería y le echarían. No sería muy difícil. En un lugar bien visible había un cartel que rezaba: "Reservado el derecho de admisión".

      ¿Pero qué diablos le estaba pasando? ¿Se estaría volviendo paranoico? A fin de cuentas, desde que entró en el salón, aquel muchacho sólo había leído, tomado notas en un cuaderno con tapas rojas y bebido un par de cafés. No hacia otro ruido más molesto, que el producido por el lento pasar de las páginas de su libro, o el imperceptible rasgar de la pluma sobre el papel. De vez en cuando sonreía, otras parecía triste, o ensimismado, o ausente. Pero al poco regresaba y volvía a sumergirse en la lectura,...o escribía.

       Y el anciano comenzó a tranquilizarse. Su mirada, intransigente y desconfiada al principio, comenzó a tornarse tolerante y acogedora. Y sintió que sus ojos estaban ya preparados para tropezarse con los del joven sin hacerle daño. Dejó el periódico sobre la mesa, y buscó con descaro que las pupilas de ambos se encontraran en el aire. Y lo hicieron. Y el chico esbozó una sonrisa agradecida. Y el viejo se sintió joven. Y mató todos los miedos.

      Aquel otoño acabó. Y su lugar lo ocupó el invierno, lluvioso y frío. La vida en la cafetería, amable y acogedora como siempre, se tornó además luminosa y alegre tras la llegada de aquel chaval de veinte años amigo de los libros, de las causas perdidas y de las preguntas sin respuestas

      Cada tarde, después del tiempo dedicado a la lectura, a la reflexión callada, y a la observación de los comportamientos en aquel universo singular, unos y otros juntaban sus sillas en torno a una mesa y estrujaban la vida. El viejo con otros viejos. Y el muchacho joven junto a todos los viejos. Opinaban, debatían, compartían, gozaban. Pasaron los días, las semanas y los meses. También algún año. Y el viejo café se hizo ágora y universidad y refugio y hogar. Y su luz pudo contemplarse desde lugares muy remotos.

      Pero ocurrió lo que era lógico que ocurriera. Un día, el chico tuvo que partir. Lejos. A otra ciudad. Muy lejos. Y la melancolía, como la mala hierba, se adueñó del lugar. Y el viejo volvió a sentirse viejo y los otros viejos regresaron al silencio y a la resignada contemplación del paso del tiempo.

      Las razones de su marcha poco importan aquí. Unos dijeron que fue la política, otros que la búsqueda de respuestas, algunos que un trabajo inesperado y hubo quién pensó que el causante fue el amor. En definitiva, la vida.

      Pasaron los años. Muchos años. Cincuenta, casi. Y el joven volvió. Y buscó la vieja calle, ... pero aquella no era su calle. Y buscó su vieja cafetería y en su lugar halló una moderna tienda de Zara, igual que las otras Zaras que vio en Hong Kong, Madrid o Budapest. Y le embargó la pena. Y recordó el día en que entró por primera vez "en su santuario" y el instante gozoso en el que sus ojos tropezaron en el aire con los ojos del anciano, y los momentos de lectura compartidas y los poemas que nunca se olvidaron y los sueños de libertad en aquellos tiempos oscuros, ...

      Sentado en un banco del parque que siempre fue suyo, esperó la hora mágica de los sueños, dejó que su mente se perdiera en el fascinante país al que solo él tenía acceso  y decidió buscar otro café - inventárselo - con mesas de mármol y patas de forja, con camareros con pajarita negra y chaquetilla blanca, que amaran su oficio y se sintieran respetados en él. Y elegiría mesa. Sería su mesa. Y leería libros. Y bebería a sorbitos un café cargado y muy caliente. Y exploraría complicidades con otros clientes y charlarían y compartirían... pero, sobre todo, estaría atento a la aparición por aquella puerta de cristal de algún joven con un libro en la mano y un cuaderno de notas con tapas rojas, o negras, o azules... Y forzaría el encuentro con sus ojos, le daría la bienvenida con la mirada y le haría sentirse en su casa. Hasta que él quisiera. Sólo hasta que él quisiera.

      Y en su sueño soñó que llegó una muchacha, vestida de manera informal, fresca, elegante, con el pelo largo y ensortijado, con gafas a lo Lennon, una pequeña mochila de lona a la espalda y un libro entre sus manos. Y en su sueño soñó, que a la muchacha le gustó lo que vio, y se quedó. También a él le gustó ella, y sonrió satisfecho. Y pasarían los días, los meses y algunos años. Y cuando llegara la hora del crepúsculo, cuando la luz amarillenta de los tubos fluorescentes LED se enseñorearan del lugar, viejos y menos viejos, hombres y mujeres, clientes habituales y más de un curioso, se reunirían en torno a una mesa y recitarían "La Noche Oscura del Alma" , leerían una página, cualquier página, del "Olvidado Rey Gudú", o se sumergirían en el fascinante monólogo creado por Sándor Márai en su "Último Encuentro". Y cuando nuestra joven amiga hubiera superado al fin el rubicón de la timidez, propondría al grupo las lecturas que, hace cincuenta años, otro muchacho compartió con otros viejos soñadores, en un lugar parecido:  "El Arte de Amar", y "Los condenados de la tierra".
Y no quiso despertar de su sueño.

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      Y se desbordaron los ríos, el aire se llenó de olor a lavanda y flores silvestres, fuegos artificiales iluminaron el cielo estrellado, los jóvenes se volvieron más sabios y los viejos más jóvenes. Y la vida siguió fluyendo.

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      Se había hecho tarde. Una bandada de pájaros buscó refugio en el gran olmo. Regresó de su sueño. Cuando abrió los ojos, junto a él, en su banco, una muchacha con el pelo largo y ensortijado, gafas a lo Lennon y una mochila de lona en su regazo, leía, abandonada, "La Nieta del Señor Lynch". Justo al lado, un libro de Antonio Lozano, "Me llamo Suleimán" , y un cuaderno de notas con tapas rojas. La miró, le miró, sonrieron y tras inclinar levemente la cabeza se alejó de ella y de su parque.

miércoles, 29 de abril de 2015

Los artículos de Antonio Morales.



      Reflexión sin cadenas. Ideas. Propuestas para el debate. Proyectos claros. Transparencia. Llamamiento a la participación ciudadana.

      Y la seguridad de que estas puestas en común no se deben al juego del tiempo electoral. Antonio Morales lleva muchísimos años compartiendo con su gente, y con todo el que ha querido leerle, sus proyectos y sus sueños. Y lo ha hecho porque sabe que sólo la información y el conocimiento hace a los pueblos libres. Y sólo los pueblos libres son capaces de entender que los valores colectivos están por encima de nuestras pequeñas ambiciones personales.

      Por eso, estoy seguro, Antonio Morales seguirá compartiendo su información. Semana a semana. No se de donde sacará el tiempo, pero lo hará. Y lo hará porque nos necesita. Porque necesita gobernar con la gente. Delegadamente. Transparentemente.


      Antonio Morales no es un brindis al sol. No sale de la nada. No vende humo. Ahí está su experiencia de gobierno: ( Agüimes y la Mancomunidad del Sudeste como aval ) Su preparación contrastada. Su amor por nuestros valores culturales. Su pasión por Gran Canaria y por su Gente.

      A mis amigos, si tuvieran algo de tiempo, les pediría que leyesen el artículo de Antonio Morales. A lo mejor se aficionan y lo vuelven a leer la semana que viene, y la otra, y la otra también.

domingo, 5 de abril de 2015

Menos palabras y más ejemplos de vida.

No es agradable vivir en una sociedad tan autista como la nuestra. Hablamos, discutimos, gritamos,... y no nos entendemos. Y lo peor, es que me da por pensar que este estado de cosas no es casual. Alguien parece estar interesado en convertirnos en zombis. Y tiene que ser alguien muy listo, alguien que tiene claro que para hacerse con el poder absoluto el camino más corto es destruirnos el alma. Y lo tiene fácil. Le bastará con secuestrar las palabras, frivolizarlas, vaciarlas de contenido... Porque, ¿qué somos nosotros sin las palabras?

No permitamos que nos utilicen, nos manipulen, nos engañen. No consintamos que los bárbaros modernos destruyan el patrimonio sagrado que la humanidad ha construido durante milenios.

Libertad, Igualdad, Fraternidad, Honestidad, Justicia, Transparencia, Solidaridad, Compasión, Amor. Son palabras imponentes, hermosas, demasiado grandes para ser pronunciadas en vano.

No les importará. Hablarán, gritarán, llenarán el aire de sonidos vacíos que ya no dicen nada, de promesas que ya nadie escucha, que ya nadie cree. Y llegarán desde todos los sitios, con lenguajes viejos y con lenguajes nuevos, pero las palabras, las de unos y las de otros, habrán perdido su fuerza, su poder mágico, ya no agitarán nuestras mentes, no despertarán sueños utópicos, no empujarán nuestra voluntad.

Maldita sea la inteligencia que planificó tanta destrucción.

Por eso tal vez sería bueno que quienes ahora se esfuerzan por convencernos de sus bondades - y hasta tanto recuperemos el valor de nuestro lenguaje - nos ofrecieran menos palabras y más ejemplos de vida.

José Luis San Pedro, Pepe Mújica o el Papa Francisco son para mi referentes muy importantes. Seguro que ustedes tienen otros. Y algunos muy cerca.

sábado, 7 de marzo de 2015

Hoy no es un día cualquiera.

Hoy no es un día cualquiera. Al menos no lo es para mí. Desde que llegué a estos muros he intentado compartir con mis amigos los contenidos que me enriquecían, me hacían pensar o me emocionaban. Durante años, casi semana a semana, las reflexiones de Antonio Morales, alcalde de Agüimes, han ennoblecido este espacio. Y me siento agradecido por ello.

Lo decisión tomada ayer por Roque Aguayro y Nueva Canarias, viene a cumplir una aspiración largamente deseada por un montón de personas del más amplio espectro político, intelectual y social, que soñaban con tener al frente del Cabildo de Gran Canaria a una persona con su perfil humano y político y su larguísima y aquilatada trayectoria de buen gobierno al frente de un importante municipio de la isla.
Seguro que muchos vecinos de Agüimes se debatirán hoy entre la tristeza de su pérdida y el orgullo de su contribución solidaria al bienestar colectivo.

Conozco a Antonio desde hace muchos años - más de cuarenta - Sé como piensa, qué le mueve y como trabaja. Es alguien inteligente, tenaz y muy preparado. Pero, fundamentalmente, es una persona buena, honesta y con una gran capacidad para crear y motivar equipos que crean que es posible hacer posible lo imposible.

Si finalmente la ciudadanía le eligiese para ocupar la presidencia del Cabildo va a necesitar toda la colaboración y la ayuda de quienes siempre creímos en él. No lo tendrá fácil -tampoco lo tuvo nunca fácil en su pueblo. Sobre todo con los enemigos venidos de fuera - Por esas alturas pululan infinidad de intereses. Intereses que nada tienen que ver con el interés general, aunque se revistan de dignidad y grandes palabras. Necesitará un gobierno fuerte y suficiente. Pero sobre todo va a necesitar a la ciudadanía, a los movimientos vecinales, a las mareas multicolores, a ti y a mí.

Si finalmente la ciudadanía eligiera a Antonio Morales Presidente del Cabildo, deberíamos agarrarnos con todas nuestras fuerzas a esa esperanza y no cejar hasta hacer realidad todos nuestros sueños.

Yo no sé ustedes, pero yo, aunque esté muy lejos, vivo con enorme ilusión este tiempo presente.

sábado, 14 de febrero de 2015

El grito fraternal de Iñaki Gabilondo.

"¿Qué persona inteligente querría meter su cabeza en la boca de este lobo?".

Con esta soflama desesperada concluía Iñaki Gabilondo el editorial de su vídeoblog del País.

Es fácil deducir quién era el destinatario de su grito. Y por supuesto, absolutamente entendible su enojo y su miedo ante el más que seguro sufrimiento al que podría verse sometido alguien a quién quiere irremediablemente. ¿Quién está libre de un sentimiento así? ¿Quién no intentaría proteger a su hij@, a su padre, a su hermano o a su esposa, del dolor, la incertidumbre o el escarnio a que se vería sometid@ si se expusiese al hedor de una sociedad putrefacta? ¿Quién no intentaría advertirle de las mentiras, traiciones, corruptelas y coacciones que habitan en los poderes del estado y sus adelaños?

Entiendo a Iñaki. Respeto su magisterio, su compromiso ético personal y la decencia - sostenida durante décadas - de su trabajo periodístico.
No voy a decir "discrepo de Iñaki", ni me aprovecharé de una frase parida con dolor y tal vez con miedo. No tengo derecho. Me parecería una falta de respeto ¿Y quién sabe? Tal vez el que no tenga ni idea soy yo. Pero deseo compartir lo que pienso. Y casi estoy seguro, lo que también piensa este admirado maestro de periodistas.

"No se sí es de persona inteligente meter en estos momentos la cabeza en la boca de este lobo". No lo sé. Por supuesto, es más cómodo, e infinitamente menos peligroso, hacer lo que hago yo ( y encima, alguien que me aprecia pondrá " me gusta" para que me sienta bien). Pero sigo creyendo que existe gente a quién le importa la gente, personas que sólo encuentran sentido a la vida en el servicio a ideas que hablan de justicia, de igualdad y de fraternidad, y que están dispuestos a poner estos intereses por encima de un merecido refugio de tranquilidad personal y familiar.

Nunca lo exigiría - antes debería exigírmelo a mí - pero agradeceré, aplaudiré y apoyaré a aquellos que en momentos tan convulsos y crueles como los que vivimos, sean capaces de "meter su cabeza en la boca de este lobo".

viernes, 13 de febrero de 2015

Rosa Díez ha dicho que Podemos tiene una enorme coincidencia con Le Pen.
Toda la derecha les acusa de antisistemas y panda de frikis.
Otros les tildan de totalitarios, satélites de Cuba y Venezuela.
Tampoco han recibido parabienes de los partidos tradicionales de la izquierda española.
Más pronto que tarde, desde los medios que todos conocemos, propagarán la idea de que ETA está tras ellos.

Están acojonados. Creían que tenían todo atado y bien atado, y el chiringuito se les desmorona.

Esto es sólo el principio. Creían que tras Podemos sólo habían jóvenes desencantados, pero descubrirán muy pronto que tras estos sueños hay muchos hombres y mujeres, muchos padres y muchos abuelos, que aún creen que todo es posible.

jueves, 5 de febrero de 2015

URGENCIAS.



      El dolor y la noche son malos compañeros de viaje. Casi siempre se alían con el miedo. Y el miedo... ¡maldito miedo!... De repente te sientes frágil, muy frágil. Es importante que alguien te coja la mano y acaricie tu cara y bese tu frente... Pero no puedes evitar sentirte solo. Aunque él(ella) esté ahí, aunque estemos juntos. Una doctora se asoma y pronuncia su nombre. Y se va. Despacio. Sin atreverse a mirarte. Tu también te quedas solo. Y pasan las horas. Queda poca gente en la sala. No sabes nada. ¿Cómo estará? Y te invade la tristeza. Y vuelve el miedo. Te levantas y paseas. Vuelves a sentarte. Han pasado tres horas y media. Por fin sale. De lejos escudriñas su rostro. Se acerca sonriendo. Todo ha ido bien. El miedo se ha ido por piernas. Le abrazas largamente, sonríes y ... "Vámonos a casa".

lunes, 2 de febrero de 2015

Aznar ¿Vuelve el "fantasma"?

"Si España me necesita volveré para ser Presidente para un Gobierno de salvación" .- 28 de enero del 2015.- (José María Aznar)


¿Vuelve el "fantasma"?

No me gusta este hombre. Si entre mis amigos, de estos u otros muros, hubiere quien sintiera por él alguna suerte de fascinación admirativa, le rogaría que no pensase que lo que estoy a punto de escribir es un absurdo dislate fruto del desconocimiento, la animadversión personal o la miserable disputa partidaria.

Es evidente - y esto he de decirlo en honor a la verdad - que, ni conozco toda la vida y milagros del señor Aznar ( confieso no tener el menor interés ), ni siento por su personaje empatía alguna, y por supuesto, estoy muy lejos de sus postulados ideológicos y su concepción de la vida y las relaciones humanas.

No obstante, asentándome en hechos ocurridos, confrontados y contrastados de su personal historia política, apoyándome en lo que revela su verbo dogmático y excluyente y en lo que nos transmiten sus gestos narcisistas y altaneros, me ha dado por pensar - y no creo ser el único que lo haga - que estamos ante uno de los "fantasmas" más sobreactuados de cuantos ha parido nuestro país. Y sería para partirse de risa si no fuera porque se trata de un tipo de "fantasma" iluminado y peligroso.

Llegó al poder dentro de su partido arrasándolo todo, quitándose de en medio a todo el que le hacía sombra o se atrevía a cuestionar su hoja de ruta. Hernández Mancha, Miguel Herrero y Rodriguez de Miñón y decenas de hombres y mujeres que sería muy prolijo enumerar aquí, podrían dar constancia de ello, aunque no albergo la mínima esperanza de que lo intenten siquiera.
Antes, y como paso previo en el camino que debería conducirle al poder total, acabó - maledicencias y calumnias como bagaje - con el presidente de la junta de Castilla León, Demetrio Madrid. Algunos lo han olvidado. Otros muchos, no. Tampoco yo.

Ya en la cumbre, y a la sombra de importantes poderes mediáticos, ninguneó al Rey ( le hubiese gustado ser presidente de la república, o Rey,... o Napoleón) En la nube de su éxtasis, no duda en convertirse en Nacionalista Converso - todo sea por el poder y la gloria - y habla de ETA como  Movimiento Nacional de Liberación Vasco. Confiesa que parlotea catalán en la intimidad - ¿de qué hablarían?, ¿de Banca Catalana, de Andorra, del 3%, de tápame tú que ya te tapo yo...? - Compró medios de comunicación, intentó hundir a los que le eran esquivos, aseguran que regaló empresas públicas a sus amigos y se elevó a los altares ofrendándose a si mismo una disparatada boda imperial que aún hoy no sabemos como se financió... -¿O sí? - Nos metió en una guerra ignominiosa para ganarse el favor de su amigo americano, mintió, conspiró y utilizó el sufrimiento y el horror del atentado del 11M para intentar ganar unas elecciones y se apropió de la autoría de una  bonanza económica que empezó dos años antes de que él llegara a la presidencia del gobierno y continuó más de tres años después de que él desapareciera (aunque algunos no se dan por enterados y aún hoy continúan vendiéndonos la moto) ¡Así se escribe la historia!

Antes de continuar debería explicar por que le llamo "fantasma" y no directamente dictador o déspota. Sencillamente, porque todo él me parece una "Gran mentira". Me basta con observar detenidamente sus puestas en escena: su engolamiento pedante y vacío, su afectación en la colocación de las manos - burda imitación de gestos arzobispales amanerados y trasnochados - su obsesión por regalarnos frases poéticas compradas "al negro" de turno metidas con calzador para hacernos creer que estamos ante alguien estudioso y culto. Su narcisismo enfermizo, su vanidad infantil - rayana en lo esperpéntico -  su mirada de tipo seguro, mil veces ensayada ante el espejo...

Es tan pobre, que se lo ha creído. Su cohorte de aduladores, los órganos de propaganda situados en una dimensión que él nunca conocerá, los creadores en la sombra de esta patética marioneta, han acabado alumbrado a un personaje de cómic malo.

Me produce sonrojo cuando este hombre habla de patriotismo, deber, o amor a su país. Y me da miedo. Todos los iluminados, los mesías, los salvadores, me dan miedo. Son peligrosos. Si además son desleales, vacuos y ridículamente ególatras... apaga y vámonos.

No creo que pueda volver - ni los suyos le soportan ya - pero entretanto ya se encargará de crispar, destruir, envenenar... buscará que se le añore, se le desee y se le reclame como gran padre de la patria. No ha podido soportar que le retiren el incienso, que no le lleven bajo palio, que no se arrodillen a su paso.

Y amenaza con volver... El pobre no se entera. Lo van a barrer.

sábado, 17 de enero de 2015

Sueños. Digresiones. Y alguna paranoia.



Añoro un tiempo para pensar en silencio, en calma, sin ser molestado, con oportunidad para desplazarme de un lugar a otro - real o virtualmente - en libertad, sin miedos, sin obstáculos, con los sentidos y la mente plenamente abiertos al encuentro del conocimiento y el misterio.

Pero hay mucho ruido a mi alrededor. Demasiadas certezas prendidas con alfileres que cargan a mis alas con pesos insoportables. Intolerantes Torquemadas que torturan y que incendian. Carceleros que difunden dogmas que encadenan, que esclavizan, que son mentira.

Necesito saber quién soy, averiguar cual es mi relación con el mundo.

¿Lo que perciben mis sentidos es real o es sólo ensoñación?
Lo que nosotros aceptamos como real está impregnado con nuestros sentimientos más profundos.
¿Cómo separar la verdad de lo imaginado?
¿Existen mundos paralelos? ¿Dónde estoy yo?

Necesitamos avanzar, crecer, experimentar el sentimiento doloroso que nos aleja del regazo de nuestra madre  y nos deja solos, a la intemperie. Necesitamos crecer a través de nuestras experiencias, dolorosas o gozosas, esperanzados, sin miedos. Crecer es el arte de relacionarnos con nuestros recuerdos.

Leemos. Aprendemos. Debatimos. Corregimos. Experimentamos. Y cuando lo tenemos al alcance de nuestros sentidos, lo fijamos.

A lo fijado lo llamamos Conocimiento.

¿Y el Misterio? ¿Acaso importa? A mucha gente, respetable y honesta, no. Yo, personalmente, tendría muy difícil explicarme sin esa dimensión. La necesito para definirme, para vivir. ¿Pero cómo llegar hasta él? El conocimiento racional no bastará. Será necesario romper el velo. Tal vez penetrar en esos mundos paralelos. O volver a ser como niños... Puedo estar equivocado. Es sólo una opinión,...o una necesidad emocional. Eso sí, tan respetable como cualquier otra.