Y aquí, amigos, aquí, no hay color.
Más allá de la dimisión de su cargo - creo que debía hacerlo, y le honra haberlo hecho - Guillermo Zapata ha dado una lección de honestidad y humildad en sus entrevistas a distintos medios de comunicación. Su petición de perdón por el dolor causado, su asunción plena de la culpa sin recurrir al "y tú más", su forma amable de mirar y de decir me han parecido sinceras y valientes. Le honra y le redime. Al menos ante mí.
Pongan ahora en la otra balanza la respuestas ofrecidas por los señores Pablo Casado y Rafael Hernando a manifestaciones tan canallas como las que hemos reprochado, con razón, a Guillermo Zapata. No encontrarán el más mínimo atisbo de arrepentimiento. Disparan al adversario, se esconden tras los medios que les jalean y les protegen, y les siguen importando tres pepinos nuestra indignación y nuestra crítica.
¿Realmente es tan difícil saber quién es demócrata y quién no?
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