miércoles, 2 de septiembre de 2015

En defensa de la prensa libre e independiente.



No parece concebible, en un país avanzado, poner en duda la importancia de la prensa en la construcción de estados democráticos y libres. La democracia es imposible sin libertad de expresión y de pensamiento.

Por eso a los ciudadanos de a pie nos resulta tan difícil digerir el espectáculo, muchas veces esperpéntico, de periodistas y medios de comunicación que parecen correas de transmisión de intereses económicos o políticos que nada tienen que ver con la objetividad de los hechos. Perplejos e indignados, asistimos a debates trufados de sofismas y medias verdades que acaban por hacernos perder toda la confianza en el último poder fiscalizador con el que contamos los ciudadanos.

Por ello, el medio de comunicación ha de estar en permanente vigilancia. Su función es poner a la vista lo que está oculto, difundir aquello que los poderes que nos gobiernan están empeñados en ocultar. Su independencia y su honestidad tendrán que estar por encima de toda sospecha. No deberá informar, ni parecerlo, al dictado de ideologías o convicciones personales subjetivas. Y no existen atajos. No se podrá acudir al recurso "del mal menor" o a, "el fin justifica los medios". Ni para conquistar el cielo, ni para tumbar una dictadura, se puede traicionar este valor sagrado: La búsqueda humilde de la verdad, y la certeza de que el verdadero depositario del tesoro de la verdad informativa es el pueblo.

La información independiente y veraz es sagrada. Nada perdurable se podrá construir sin ella.

Y que decidan los ciudadanos.


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