miércoles, 5 de septiembre de 2012

Otra Europa es posible.

      Creo que soy un Europeísta convencido. Una historia común de cientos de años, unas señas de identidad (culturales, religiosas y filosóficas) compartidas, un espacio reconocible y abarcable...Si, creo que existen razones de peso para albergar estos sentimientos.

      Sin embargo, la Europa que se está construyendo no tiene nada que ver con la que muchos soñaron, con lo que también yo soñé.

      Pensé que podría ser un espacio para la libertad y la solidaridad y se está convirtiendo en un páramo empobrecido y cruel para los que no tienen nada.

      Pensé que se transformaría en lugar de acogida, en refugio, en patria de remisión para los que huían de la barbarie, del hambre y de la muerte y ha acabado convirtiéndose en castillo inexpugnable, en coto vedado para "los miserables"que llaman a sus puertas buscando refugio, trabajo y pan.

      No me gusta esta Europa en la que la democracia es una palabra sin contenido, donde los ciudadanos nada dicen, nada deciden. Donde los poderes económicos se han hecho con el poder. Con todo el poder. Donde existen ciudadanos de primera y de segunda... y tal vez de tercera. Donde hay países (o un país) que decide y ordena y otros que se arrodillan y se venden.

      No me gusta esta Europa, vieja, autoritaria y triste.

      No me gustan sus políticos, acomodados, asustados, grises, muertos.

      Pero también creo que otra Europa es posible. Que aún podemos soñarla y construirla. Dependerá de nuestras fuerzas y de nuestras convicciones.

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