No se sí calificarlo de curioso o de esperpéntico. Lo cierto es que, en un mundo en el que la duda y la ausencia de certezas debieran ser el punto de partida de cualquier acercamiento a la verdad y el conocimiento, grupos de iluminados y fanáticos de todos los pelajes, nos venden con la autoridad del dogma o de la fuerza, todas las respuestas. Y nace la intolerancia. Y nace la violencia. Y resulta muy difícil combatirlas, porque hemos eliminado la razón y el pensamiento como premisas.
Es lamentable observar nuestro comportamiento en los debates televisados o radiofónicos. Nadie escucha a nadie. Se defienden postulados cerrados, elaboraciones interesadas pergeñadas en laboratorios de marketing.
Pero lo que resulta más descorazonador e insultante, es la irritante incapacidad de nuestros políticos para intentar, por lo menos intentar, olvidarse de una puñetera vez de sus intereses partidarios y buscar con urgencia soluciones que alivien tanto sufrimiento y tanta injusticia gratuita.
"La verdad está ahí fuera... En la calle." Tendríamos que aprender a escuchar.
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