lunes, 5 de mayo de 2014

Hay que expulsarlos "del templo" a latigazos.




      El problema terrible que tiene la Iglesia es que los obispos ven el mundo como un enemigo a batir y no como algo que hay que amar. Y ponen cargas a la gente imposibles de llevar, y aprietan y ahogan, y atemorizan y condenan. Y todo esto, porque les horroriza que desaparezcan sus privilegios, y así, a medida que pierden poder hacia fuera, recrudecen el poder hacia dentro.
Hay que expulsarlos "del templo" a latigazos.

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